La Unión Europea y Reino Unido impusieron sanciones el jueves a funcionarios rusos cercanos al presidente Vladimir Putin, en una respuesta inesperadamente fuerte y rápida al envenenamiento en agosto del crítico del Kremlin Alexei Navalny.

Impulsados por Francia y Alemania, donde Navalny fue tratado tras colapsar en un vuelo desde Siberia, la UE y Gran Bretaña sancionaron a seis funcionarios y un centro estatal de investigación científica, algo que fue condenado por el Kremlin como un paso deliberado y hostil contra Moscú, que además prometió represalias.

A diferencia del envenenamiento de un exespía ruso en Gran Bretaña en 2018, cuando la UE tardó casi un año en sancionar a agentes de inteligencia militar, el bloque apuntó a funcionarios que cree que planearon y ayudaron a llevar a cabo la acción.

A pesar de la salida de Gran Bretaña de la UE, Londres todavía coordina algunas sanciones con el bloque.

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Andrei Yarin, jefe de dirección de política presidencial; Sergei Kiriyenko, jefe de gabinete adjunto de Putin; Sergei Menyaylo, enviado de Putin a Siberia; Alexander Bortnikov, director del Servicio Federal de Seguridad; y dos viceministros de defensa fueron sancionados, al igual que el Instituto Estatal de Investigaciones Científicas en Química y Tecnología Orgánica.

“El despliegue de un agente nervioso tóxico del grupo Novichok (…) sólo sería posible debido a que el Instituto no cumplió con su responsabilidad de destruir las existencias de armas químicas”, dijo el Diario Oficial.

Moscú ha rechazado las acusaciones de que Navalny fue envenenado con el Novichok al estilo soviético en un intento de asesinarlo y ha dicho que no había motivos para imponer sanciones.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, sostuvo que la decisión no tiene lógica y que las sanciones dañan las relaciones entre las partes.

 

ICA