Un grupo de personas rezan frente a una descomunal estatua de la Santa Muerte para pedirle protección contra el coronavirus y su azote económico.
En Tultitlán, Estado de México levantaron una imagen de fibra de vidrio de 22 metros de altura para idolatrar a la parca.
La imagen esta cubierta por una túnica dorada, el esqueleto contrasta con el cielo azul y sus brazos están abiertos como un Cristo.
La veneración a la Santa Muerte se extiende en lugares como Tepito en la Ciudad de México, bastión de culto donde cientos de personas visitan su altar el primer día de cada mes.
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“Doña Queta” guardiana del altar, reserva la imagen de dos metros en su casa y recibe a extranjeros de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.
De acuerdo con los historiadores, el culto se remonta al siglo XVIII, cuando los indígenas adoraban a un esqueleto que durante dos siglos se mantuvo en secreto; sin embargo, en los años 50 volvió a la luz.
ica