El principal pasivo que quedará en el cambio de secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana es el de la estructura de inteligencia como la oficina de acopio y procesamiento de la información criminal. A pesar del compromiso de un Sistema Nacional de Inteligencia, hasta ahora todo sigue en fase de definiciones.

El asunto es delicado. Y hay que decirlo: la información de inteligencia, la que vale, proviene de mecanismos de vigilancia y espionaje. La inteligencia sin espionaje queda sólo en mero procesamiento de recortes de periódicos y de recopilación de chismes de oficina o de cantina. En este sentido, el presidente López Obrador no ha autorizado esa forma de inteligencia.

EU es el país espía más grande del mundo, pero de su información de inteligencia sin justificarlos depende su existencia como potencia mundial. Bush y Obama aprobaron la más vasta ofensiva de espionaje contra ciudadanos, al grado de tenerlos a casi todos bajo intervención de celulares y computadoras. El periodista que reveló la información, James Risen, del The New York Times, sigue acosado para encarcelarlo y ya no por saber su fuente, sino para castigar su audacia de publicar su información. El presidente de EU que ha sido más represor contra él ha sido nada menos que Barack Obama.

En México se cree que la inteligencia es la Federal de Seguridad. Los reportes y tarjetas de esa oficina que se abrieron a investigadores nada dicen, porque el verdadero aparato de inteligencia era el que interpretaba ese espionaje. La inteligencia es la capacidad del Estado para vigilar a organizaciones criminales y enemigos del Estado, no para intimidar la lucha social. La Federal de Seguridad pasó a ser CISEN y hoy es el Centro Nacional de Inteligencia, pero con fuentes informativas abiertas.

No es la razón fundamental, pero la falta de un Sistema Nacional de Inteligencia explica la consolidación de cárteles en las estructuras estatales y municipales del Estado

 

Zona Zero

  • Una información del The New York Times tiene pasmadas a las autoridades estadounidenses: en 2019 el mayor número de asesinatos no se cometieron con armas legales o compradas en el mercado negro, sino que fueron muertas con las manos, a golpes y con garrotes y martillos. Este dato habla del grado de violencia social estadounidense.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

 

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