Foto: Cuartoscuro / archivo El presidente Andrés Manuel López Obrador externó sus condolencias a los familiares de Molina y las cámaras del Congreso le rindieron homenaje  

Mario Molina, científico y premio Nobel de Química 1995, falleció ayer a causa de un infarto a los 77 años, dejando un legado de investigación de 55 años, lo que generó la consternación de diversos sectores de México y el mundo.

A las 17:05, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó el deceso del doctor en Físico-Química que en 1995 ganó el Nobel de Química, por sus investigaciones sobre el impacto de gases industriales (clorofluorocarburos) en la capa de ozono.

Más tarde, el rector de la UNAM, Enrique Graue, señaló que “es una inmensa pérdida para la UNAM, para la nación y para la ciencia universal. La universidad y la ciencia mexicana están de luto y se adhieren al dolor de sus seres queridos. Se queda así con nosotros su memoria y su espíritu”.

Abundó que el Nobel deja “un ejemplo de figura académica y de la importancia que tiene para la humanidad la investigación. Nos deja un ejemplo de la entrega cotidiana a la búsqueda de la verdad y de la importancia de compartir los conocimientos”.

“El Dr. Mario Molina parte siendo un mexicano ejemplar que dedicó su vida a investigar y a trabajar en favor de proteger nuestro medio ambiente. Será siempre recordado con orgullo y agradecimiento”, destacó el Centro Mario Molina, creado por el científico en 2004.

El jurista Diego Valadés destacó que el pasado martes Molina participó en la sesión del Colegio de México.

“El país, la ciencia, El Colegio Nacional, están de luto por el fallecimiento de Mario Molina. Ayer asistió a la sesión de El Colegio, como siempre, con su opinión certera y mesurada. Un colega y amigo excepcional. Le hará falta a la humanidad”, escribió Valadés en Twitter.

El presidente Andrés Manuel López Obrador externó sus condolencias a los familiares de Molina y las cámaras del Congreso le rindieron homenaje.

Durante su sesión de ayer, el Senado de la República guardó un minuto de silencio por la muerte de Molina; lo mismo que el Pleno de la Asamblea en la Cámara de Diputados en medio del debate por la desaparición de 109 fideicomisos.

La diputada Silvia Garza Galván (PAN) pidió rendir “un tributo a don Mario Molina y dejar estos fideicomisos de ciencia y tecnología, y el Fondo de Cambio Climático”.

El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar también envió sus condolencias.

Entre los organismos que lamentaron el fallecimiento de Molina, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indicó que fue un “defensor de la necesidad de adopción de las energías renovables”.
La Delegación de la Unión Europea en México y la Academia Mexicana de Ciencias se sumaron a las condolencias.

Su fallecimiento ocurrió el mismo día en que fue concedido el Premio Nobel de Química a las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna por el desarrollo de la técnica de edición genética CRISPR/Cas9, a 25 años de que el galardón le fue otorgado a Molina.

Guardián del planeta

Cuando la epidemia de Covid-19 arreciaba en México, a mediados de junio, el científico mexicano Mario Molina -fallecido ayer- libró una de sus últimas batallas: promover el uso masivo de cubrebocas para salvar vidas.

La trayectoria de más de 55 años del doctor en Físico-Química, José Mario Molina Pasquel y Henríquez alcanzó su cumbre en 1995 cuando obtuvo el Premio Nobel de Química, y fue coronada este 2020 con su contribución a los estudios de la propagación del Covid-19 por partículas diminutas o aerosoles transmitidos por el aire, similares a las PM 2.5, utilizados para medir la contaminación.

Otra de sus últimas batallas fue recomendar el uso de cobrebocas al presidente Andrés Manuel López Obrador y los encargados de las políticas de contención de la epidemia, porque sería una medida determinante para definir la forma de propagación de la pandemia entre la población.

Mediante el Centro Mario Molina, el Nobel mexicano dedicó sus esfuerzos a alertar al mundo sobre las implicaciones del Cambio Climático y el impulso de energías renovables como las eólica y solar.

Dedicó su vida a las investigaciones sobre el medio ambiente, lo que en 1995 le valió el Premio Nobel de Química junto a Frnak Sherwood y Paul Crutzen.

Fue merecedor de dicho reconocimiento por sus investigaciones sobre la química atmosférica y la predicción del adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarburos (CFCs), publicadas en un artículo en la revista Nature en junio de 1974.

El científico mexicano también fue un férreo defensor de medios alternativos de transporte y la disminución del uso del automóvil, como una de las formas más eficientes de disminuir las emisiones contaminantes.

De acuerdo con diversas entrevistas, Molina mostró su pasión por la ciencia desde niño, cuando quedó fascinado con un microscopio que pidió como regalo.

 

CON INFORMACIÓN DE Diana Benítez, Karina Aguilar, y Jorge X. López

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