Llegó el 15 de septiembre y la 4T no pudo: vender todos los boletos del sorteo de la Lotería Nacional que usa la imagen del avión presidencial, ni juntar dos millones de firmas para enjuiciar expresidentes entre los simpatizantes de Morena, que presumen por decenas de millones y ni tener listo el plan de infraestructura que había prometido el Presidente.

Cuando no son capaces de montar sus maniobras de propaganda del sorteo y la consulta para enjuiciar a los expresidentes, más difícil se ve que puedan atinar a tener un acuerdo con la iniciativa privada para coordinar un plan de inversión conjunta que permita reactivar la economía.

En el caso de la rifa del avión, ni era rifa, ni el premio era el avión y hacer que los mexicanos desembolsen 500 pesos por un cachito que garantiza que es más fácil que les caiga un rayo a que se saquen un premio, era algo difícil. Y más cuando hasta los más fieles seguidores de la 4T tenían claro que el premio no era el que les prometían.

Por eso es que, por ejemplo, muchos sindicatos acabaron por endilgar los boletos a sus agremiados, como en los mejores tiempos del corporativismo priista. Que no se vayan a enterar los demócratas estadounidenses porque con eso de que el nuevo acuerdo comercial trilateral busca acabar con esos abusos, podrían exigir a México verdadera libertad de asociación.

Con el montaje de la consulta para enjuiciar expresidentes, no muchos simpatizantes del Gobierno actual mordieron ese anzuelo. Quizá porque no son pocos los que entienden que para llegar a un presunto delincuente a la justicia se necesita un ministerio público, evidencias y un juez. No una consulta que cueste decenas de millones de pesos.

Claro que insistirán con el tema de la consulta, porque es muy atractivo para desviar la atención de las crisis sanitaria y económica. Sobre todo, cuando por alguna razón de los video escándalos de corrupción ya no dicen ni “Pío”.

Pero el incumplimiento en la presentación del plan de infraestructura es un asunto serio, porque implicaba la posibilidad de acelerar la recuperación económica.

Lo que deja ver este retraso es la falta de confianza de los empresarios en el esquema que les propone el Gobierno federal.

Hay necesidad de creación de infraestructura y hay apetito de los inversionistas ante el derrumbe de los rendimientos financieros. Lo que falta es certidumbre.

El Gobierno está obligado a exigir transparencia y cero corrupción en la asignación de los proyectos a los particulares.

Pero los empresarios quieren la certeza de que sus inversiones serán respetadas y que el día de mañana no les tirarán sus proyectos con un decreto o una consulta. O bien que les pagarán por su trabajo y no como a los proveedores de Pemex, que los tienen sin pago desde hace mucho tiempo.

El famoso Plan de Infraestructura no llegó pues antes del grito. Pero si realmente piensan sacudirse sus fantasmas ideológicos y hacer un buen planteamiento de inversiones privadas, bien podrían tomarse hasta el Día de Muertos para que les quede bien hecho.

 

                                                                                                                                              @campossuarez