El partido Morena es un botín. 105 militantes y/o simpatizantes se han inscrito para ocupar dos cargos: la presidencia y la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional.

Destacan varios cuadros que, sin duda, podrían cubrir el perfil para ocupar cualquiera de esas dos posiciones, pero no son más de 10.

De los que mejor identifica la militancia son legisladores o funcionarios públicos.

Por su trayectoria, destaca Porfirio Muñoz Ledo, un expresidente del PRI, del PRD, que también fue secretario de Estado y diplomático.

Luego viene Mario Delgado, coordinador de los diputados de ese partido en San Lázaro, que ha cumplido con la encomienda de sacar las leyes y reformas que le interesan al presidente López Obrador. Pareciera que entre ellos dos estaría el próximo presidente del instituto político.

También un personaje mediático quiere ser presidente del partido: Gibran Ramírez. Se vende como producto de la lucha social, pero vive como funcionario del PRI más neoliberal: es ejemplo de la opacidad y su impostura de intelectual descubre a un demagogo.

Atrás de ellos está Yeidckol Polevnsky, que ya fungió como presidenta en funciones, pero que sus enemigos en Morena la quieren destruida, humillada y fuera del partido.

Para la secretaría General sobresalen la senadora Citlalli Hernández, fiel integrante del ala ultra de Morena y que no ha aclarado el presunto atentado que sufrió hace unos meses en la sede senatorial. Eso, dejar en la opacidad el “atentado”, no la hace confiable.

Otro de los aspirantes es Antonio Attolini. Recordado por su paso en el Yo soy 132 y su participación en los medios, fue funcionario del IMSS, en algo que tenía que ver con asuntos internacionales, pero a la hora de la pandemia, de ahí nada salió.

Morena requiere convertirse en un partido político. Aún es un movimiento, pero sin López Obrador, es una masa informe que no tiene rumbo, tampoco estructura y depende de los cacicazgos que provienen del perredismo.

Si Morena no se institucionaliza, si no tiene coordinaciones en cada sección electoral del país y un comité ejecutivo por cada municipio, quedará en manos de los políticos de siempre la decisión de imponer dirigentes y candidatos.

Morena debe ser el partido que, desde abajo, desde las secciones electorales y los municipios, se convierta en la plataforma para que la 4T se convierta en realidad.

Pero hoy, las tribus y sus caciques, pretenden tomar por asalto a Morena.

La Letrina. Algo que debe desterrar por completo Morena es el uso de las tómbolas y los sorteos para elegir candidatos y dirigentes. Que se pongan a debate las trayectorias, las ideas y los proyectos de quienes quieren ser dirigentes y candidatos.

 

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