José Joel Peña LLanes

 

Como es sabido, el 31 de enero de este año el Reino Unido abandonó la Unión Europea (UE), después de una etapa intensa de negociaciones; sin embargo, parece que el período de transición de 11 meses para que ambas partes acuerden los términos de su relación futura serán por demás complejos, aun cuando en febrero entró en vigor el Acuerdo de Retirada en el que se establecen las condiciones para una salida ordenada y, por ende, benéfica para las partes, especialmente en términos políticos.

No obstante, el gobierno británico encabezado por Boris Johnson, quien respaldó los términos del Acuerdo citado, presentó en días pasados un proyecto de ley que, de aprobarse, significaría un revés a dicho instrumento jurídico bilateral, mermando la confianza del proceso de negociación y, al mismo tiempo, haciendo más viable la posibilidad de que la salida, ahora del mercado único y la unión aduanera de la UE a partir del 1 de enero de 2021, se realice sin alcanzar un acuerdo comercial.

En términos sencillos, el escenario referido implicaría que las partes tendrían que someterse a las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo cual supondría en principio el establecimiento de aranceles y otras barreras económicas que se traducirían en el aumento del precio de los productos, mismo que asumirían los consumidores finales. Quizás en tiempos “normales”, los efectos no serían tan negativos, pero en un contexto como el actual, caracterizado por una crisis sanitaria que ha tenido repercusiones severas en la economía, al pronosticarse una caída del PIB global de 4.4% en 2020, estos serán resentidos con severidad no sólo por los ciudadanos de a pie, sino por los gobiernos, las empresas y, en general, por todos los agentes económicos.

Ahora bien, si particularizamos los contextos, se advierte que muchos países de la UE han experimentado caídas drásticas en su producción, siendo los ejemplos más palpables Francia y España, al tiempo que otros como el Reino Unido también lideran la debacle económica, al grado que, en este último caso particular, se vaticina una reducción del pronóstico de su PIB en 2020 y un estancamiento durante los primeros meses de 2021, sobre todo si se abstiene de llegar a un acuerdo comercial con el bloque regional. En pocas palabras, todos pierden.

La situación económica, que por sí sola ya es poco alentadora, podría agravarse si la UE decide emprender acciones legales contra el Reino Unido por una eventual violación al derecho internacional, al incumplir con el Acuerdo de Retirada, aunque este tema continúa siendo debatido por los expertos en la materia. Lo que es un hecho, es que las negociaciones comerciales, que hasta hace poco llevaban un ritmo fluido, a pesar de la ralentización causada por la pandemia, se verán seriamente afectadas, pues ahora el centro de atención se trasladó a los cambios que propone el Reino Unido en su proyecto de acuerdo que se discutirá la próxima semana. Nuevamente, el Brexit es sinónimo de incertidumbre y noticia de actualidad.

*El autor es doctor en Administración Pública por el Instituto Nacional de Administración Pública AC y maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la UNAM.

 

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