Extraños tiempos en los que los equipos parecen dispuestos a pagar 50 millones por jóvenes promesas y hasta más de 80 millones por futbolistas que no tendrán un sitio en la historia, pero no unos 150, o por lo visto ni siquiera 100, por quien es el mejor o uno de los mejores futbolistas que hayan existido.

¿Por qué se niega el Mánchester City a pagar traspaso al Barcelona para hacerse de Lionel Messi? ¿Por qué se aferra a tenerlo gratis? ¿Por qué de pronto ese nuevo rico tan derrochador ensaya pose de ahorro? Por apegarse a un fairplay financiero que milagrosamente no le dejó sin jugar Champions League por dos años, cuando así ya había sido sentenciado por la UEFA.

Así que el City calcula que si ya va a destinar unos 100 millones de euros anuales al sueldo de Messi (quitando impuestos serían unos 50 para el jugador), no puede cuadrar sus finanzas con otro par de centenas de millones por concepto de transferencia. Por utilizar ejemplos del propio cuadro citizen, Sergio Agüero cobra al año unos 28 millones brutos (casi 15 millones netos), cifra superada ligeramente por Kevin de Bruyne. Así que como institución es factible ofrecer cinco años de contrato para alguien de ese tamaño (en total serían 140 millones de euros) y añadir a la operación un buen traspaso. En el caso de Messi, si se pagaran 200 millones de euros al Barça, más 100 anuales de sueldo, el City estaría comprometido a 700 millones.

El único que hasta ahora se ha atrevido a tanto (o casi) es el París Saint Germain con Neymar. Entre traspaso y honorarios anuales, unos 550 millones de euros. Reiterando: el problema para estos equipos-Estado no es tener suficiente dinero o un emir sin reparos en desembolsarlo (porque para lo que Qatar invierte en Soft Power o Poder Blando, lo de Neymar es casi una bicoca); el asunto es que los balances puedan ser maquillados para no tener penalizaciones por fairplay financiero. Ya después viene otro tema no menos relevante: nunca será recomendable que un solo elemento cobre hasta la cuarta parte de la nómina total del club, como sucedía con Messi en el Barça.

Por extrapolarlo al deporte estadounidense donde prima un tope salarial por equipo. Tom Brady nunca ambicionó ser el mejor pagado de la NFL, ya que eso hubiese derivado en disponer de menores opciones de ser campeón; si los Patriotas le hubieran pagado mucho más, habría sido en contra de contar con buenos receptores, corredores, linieros y defensivos. En el futbol no existe el tope salarial, aunque el citado fairplay termina por apretar con candados similares.

Así que Lionel Messi, quien insiste que ya no es jugador blaugrana, no recibirá tan fácilmente los caminos de salida. Ni el City ni nadie se arriesgará a recibirlo, esperando que un juzgado determine cuánto se habrá de pagar por él. ¿Y si el juzgado concluyera que no los 700 millones de la cláusula de rescisión, pero sí la mitad o incluso una tercera parte?

Al tiempo, la directiva del Barça continuará haciendo lo único que ha sabido hacer en los últimos tiempos: fingiendo demencia. El presidente que dijo tras el 8-2 del Bayern que la crisis no es institucional sino deportiva, hoy insiste que sólo se sentará con los Messi a hablar de su renovación de contrato.

 

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