El presidente Andrés Manuel López Obrador ya tiene un discurso para explicar por qué estamos en crisis. No es original, es la repetición del pretexto que ponían Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray cuando repetían hasta el cansancio aquello de que la crisis llegó del exterior.

Como copia al carbón, López Obrador dice que esta crisis es solo culpa del Covid-19 y, como siempre, hay otros países peores que México.

Sin embargo, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, se atrevió a decir lo que el presidente López Obrador habrá de ignorar en su mensaje político del Segundo Informe de Gobierno, que la economía mexicana está en crisis, una histórica, y que no hay dinero.

Lo que no queda claro, después de ese diagnóstico de que la 4T se gastó todos los guardaditos, acumulados durante tantos sexenios, es de dónde saldrán los recursos para completar el gasto. Sobre todo, cuando López Obrador se resiste a recortar sus obras faraónicas y su gasto asistencialista.

Lo que no se atreven a meter en la ecuación de la crisis económica es qué papel juega Petróleos Mexicanos en esta ecuación de pérdida de ingresos y el aumento de los costos financieros de los pasivos gubernamentales.

Lo que hay que entender es que, si la crisis hoy ya es grave, con este derrumbe de casi 20% de la economía el trimestre pasado y con una expectativa de caída de dos dígitos del Producto Interno Bruto este año, las cosas se pueden poner mucho peor.

La crisis que vive México se puede complicar por la situación financiera de Pemex. El mal manejo que se le ha dado este sexenio a la precaria situación de la empresa, más el aumento de la dependencia financiera de la petrolera con las finanzas públicas, puede crear un auténtico cráter presupuestal.

Olvídense de la calificación crediticia, esa ya va tarde. Si el próximo año las firmas calificadoras le quitan el grado de inversión a México, en los mercados eso ya no será una sorpresa.

Y eso es precisamente lo que preocupa de la economía durante 2021. Si el paquete económico no refleja realmente la situación actual y hay un ajuste en el gasto, ante la incertidumbre del comportamiento de los ingresos, especialmente los petroleros, el siguiente puede ser el año de la gran crisis económico-financiera.

Políticamente la 4T será como el informe de Gobierno de hoy. Con una realidad paralela, cuidando al máximo la posición electoral y sin tomar decisiones drásticas que puedan influir en su popularidad, al menos no hasta que pasen las elecciones intermedias.

Lo que puede ocurrir es que para la elaboración del presupuesto 2022, una vez pasadas las elecciones intermedias y con una crisis mayor a cuestas, se opte por medidas fiscales radicales que busquen incrementar los ingresos en medio de la emergencia.

Modificaciones en los ingresos tributarios bajo condiciones ideológicas y de emergencia no podrán ser consideradas una reforma fiscal y si llevan el sello de la casa de recargarse en los contribuyentes de siempre, por ser los fifís, conservadores y opositores, el resultado podrá ser un derrumbe mucho más profundo a lo visto hasta hoy.

 

                                                                                                                                                                 @campossuarez