Por: Greiser Meza

Después de unas semanas de vacaciones, los alumnos regresaron a clases en la modalidad a distancia ante la pandemia de Covid-19. Una de ellas es Marlene, quien ingresó a su primer año de primaria en la escuela pública Gustavo Baz Prada.

Aún soñolienta, se levantó a las 8:20 horas; su mamá le dice que si se hubiera dormido temprano no tendría sueño, la niña responde que hacía mucho calor.

Ya eran las 8:35 y Marlene aún no se cambia, la mamá baja a la cocina y le prepara un licuado de chocolate y un sándwich para que desayune antes de tomar sus clases. Después, ella inmediatamente prende el televisor y sintoniza el canal 5.2, que es donde pasarían las clases de la SEP.

Faltan sólo 5 minutos para las 9:00 y la pequeña –ya cambiada y desayunada– coloca una mesa enfrente de la sala para recargarse, enseguida un cuaderno y algunos lápices; se muestra tranquila.

El primer bloque es de educación socioemocional, pero Marlene parece no entender muchas palabras y pregunta a su mamá “¿qué es educación socioemocional?”; ella no sabe qué responder y solo le dice que ahí de seguro lo explicaran, la niña se voltea nuevamente hacia el televisor e intenta comprender la transmisión.

Terminando el primer bloque comienza “Activo y en Forma”, donde Rommel Pacheco –clavadista mexicano– realiza una serie de ejercicios. Marlene se levanta de la sala y comienza a hacer lo que dice el instructor; terminando, vuelve a sentarse.

En ese momento, baja su hermana Sonia –una adolescente de 13 años que cursa el 2° año de secundaria– y empiezan a jugar con los cojines de la sala, la niña ha perdido totalmente la concentración en lo que estaba haciendo y la tele solo está prendida.

La madre al darse cuenta, regaña a sus hijas y envía a Sonia a bañarse. De nuevo sola en la sala, Marlene se queda quieta, ahora están hablando sobre música. Ella parece emocionada y le dice a su mamá que le gustaría aprender a tocar un instrumento musical; sonriente, la mujer responde que a lo mejor después. Fue este bloque donde la niña no se distrajo ni un solo segundo.

Llegó lengua materna y dieron las 11:30 horas, tras anotar algunas dudas, la niña tomó un receso y al mediodía, su hermana prendió la computadora para que la menor siguiera sus clases, ahora con un profesor de la escuela, quien despejaría sus dudas.

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