El pasado jueves, se dio un anuncio muy importante en la conferencia mañanera. El canciller, Marcelo Ebrard, informó que se alcanzó un acuerdo entre México y Argentina, la Fundación Slim y la farmacéutica AstraZeneca para garantizar el acceso a la vacuna contra el COVID-19. Esto permitirá reducir el tiempo de acceso a la vacuna entre seis y siete meses antes de lo previsto. Consecuentemente, de aprobarse la tercera fase de pruebas, la vacuna llegaría durante el primer semestre del siguiente año.
El anuncio es positivo para México, ya que asegura la producción suficiente para el país y porque se da en el marco de una competencia, no sólo entre los distintos laboratorios del mundo, sino entre los mismos países, quienes contienden para lanzar primero su vacuna al mercado, con la intención que el resto de los países se apresuren a cerrar compras con sus gobiernos. Al final, hay que notar que la carrera por la vacuna también es una disputa geopolítica.
El presidente López Obrador señaló que es probable que se tengan los resultados de la Fase III de vacuna a principios de noviembre, y espera que sea eficaz, lo cual será comprobado por la COFEPRIS, y con ello se comenzaría el proceso de fabricación. Aún no han dicho cuáles serán las regulaciones que aceptarán para considerarla como una vacuna exitosa y segura, pero si consideramos la regulación de la Food and Drug Administration (FDA), en Estados Unidos para que esto ocurra, la vacuna deberá prevenir la enfermedad o disminuir su gravedad en al menos 50% de las personas que la reciban.
Si bien, la vacuna es importante por la cantidad de contagios y de muertes que hasta el momento ha causado, será insuficiente si no comenzamos a preocuparnos por el medio ambiente. Una de las hipótesis sobre el origen del contagio en los humanos señala que es el resultado del salto de un animal al ser humano, un concepto conocido como zoonosis. Algunos estudios apuntan al murciélago y otros al pangolín, aunque independientemente de la trayectoria precisa, cada vez hay una mayor interacción entre hombres y animales, producto de la actividad comercial y de la invasión de sus áreas, lo que ha propiciado un mayor acercamiento entre especies y esto ha aumentado la exposición humana a nuevas enfermedades.
Ésta no es la primera transmisión que sucede de animales al ser humano. El síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV), se originó a partir de la transmisión del gato civeta del Himalaya, mientras que el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) proviene de un vínculo epidemiológico con el camello. De ahí la importancia de evitar la deforestación y recuperar los hábitats naturales de las especies para evitar la exposición con las comunidades humanas. Esto debe ser un llamado a la reflexión de lo que hacemos los humanos, ya que, de continuar por el mismo camino, seguiremos poniendo en peligro nuestra salud como especie.
Finalmente, vale la pena recordar que en tanto la vacuna esté lista, la pandemia va a continuar, por lo que se deben de continuar con todos los cuidados posibles, como el cubrebocas, el lavado frecuente de manos y, cuando se pueda, la sana distancia. Ojalá también lo entiendan los gobiernos estatales, porque no es posible que se cambie el semáforo epidemiológico a conveniencia, como ocurrió en Aguascalientes. El gobierno federal decidió cambiarlo a rojo, mientras que el gobernador decidió ponerlo en verde, ¿qué ya terminó la pandemia únicamente en Aguascalientes o es una ocurrencia del gobernador?