En la casa de José Vázquez, donde también viven dos de sus hijos, el coronavirus entró y les pegó a todos.

Abu, como le decían de cariño, empezó con tos y fiebre a finales de mayo, pero pensaron que sólo era una gripe tras un día de lluvia; y en ese punto el panorama lucía complicado, pues llevaban varios meses sin trabajo y no percibían ingresos.

La familia comenzó a buscar un doctor que pudiera atender a José, el primero de varios le mandó un tratamiento por seis días para disminuir la fiebre, pero no le funcionó, al contrario, su estado de salud empeoró.

Fue hasta que un médico de Farmacias Similares le dijo que su nivel de oxigenación era bajo y que debía ir con urgencia a un hospital; pero decidieron buscar otra opinión antes de internarlo.

Para principios de junio, la salud de José era muy mala, cayó en cama y comenzó una lucha contrarreloj para buscar hospitales e internarlo.

La familia intentó sacar una prueba de Covid-19 para José en los laboratorios Salud Digna, pero tardaban tres días en entregarla. Cuando comenzaron a llamar a hospitales particulares les decían que para poder aceptarlo necesitaban mínimo 300 mil pesos de anticipo, dinero con el que la familia no contaba.

Un familiar que trabaja en el Autódromo Hermanos Rodríguez consiguió una cama para José y el 12 de junio lograron hospitalizarlo en el Hospital Temporal del IMSS ubicado en el recinto.

Sin embargo, el aislamiento de su familia comenzó a impactar en su salud emocional; “el doctor nos llamaba y decía que mi abuelo ya no quería estar ahí, que se quitaba la mascarilla de oxígeno”, narró su nieta. Motivo por el cual pidió su alta y el 16 de julio, cuando iba de salida, se desvaneció y lo internaron nuevamente.

Al día siguiente, la familia recibió la llamada que anunciaba la muerte de José. En ese momento cuatro miembros de la familia seguían contagiados.

“Yo tuve que reconocer el cuerpo de mi abuelo.La gente no sabe lo triste que es esta enfermedad porque ni siquiera puedes despedirte de la persona que está enferma”, contó entre lágrimas la nieta de José.

María Inés Rendón De Jesús/ Universidad Anáhuac México

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