El nombramiento de Isabel Arvide para el consulado en Estambul significa un nuevo punto de inflexión, un nuevo manotazo en la mesa de nuestra política exterior, plena de dignidad. Son varios ejemplos ya.

Está la comparecencia del Presidente ante el G-20, con esas pausas tan, tan, tan prolongadas, para explicarle a Angela Merkel, Boris Johnson y compañía lo importante que es la fraternidad universal.

Está la reunión de la compañera Nahle, Rocío de México, ovacionada en la reunión de la OPEP. Seguimos esperando el video de los aplausos, que seguro viene en camino, y tenemos una guerra comercial con los saudíes. Minucias. Nuestra dignidad soberana quedó confirmada.

Y ahora, doña Isabel a Turquía, a deslumbrar en la plenitud milenaria de la antigua Constantinopla, del corazón del Imperio Romano de Oriente, de la perla de Bizancio. Tiene credenciales: una pelea con Sasha Montenegro y un récord de fotos, súper sonriente, con presidentes de todos, pero todos los partidos. Por lo demás, le debe ir muy bien allá. Digo, nadie como Erdogan, el mandamás turco, para entender los llamados de la Arvide a castigar a medios díscolos como Proceso: solo entre 2017 y 2018 llevaba unos 400 periodistas detenidos.

Y bueno, de aquí al cielo. ¿Qué sigue? La imaginación es el límite. Podemos ver a Sanjuana Martínez en Corea del Norte, cuyo régimen, después de todo, promovió abundantemente Notimex durante su mandato. O qué sé yo: a Salgado Macedonio mostrándole a Putin cómo bebe vodka un verdadero hombre. O a Fernández Noroña en el Reino Unido, para enseñarles a esos estirados los principios de la etiqueta en la Cuarta Transformación.

Y es que estamos ya en la nueva etapa de la dignificación de la vida política. Primero, era imprescindible poner orden en casa, porque la mejor política exterior, ya lo dijo nuestro Líder, es una buena política interior. Y ahí tienen los resultados: la propia Rocío; el licenciado Bartlett, con sus casitas que no son suyas y sus apagones patrióticos; Irma Eréndira con sus casitas, que sí son suyas; López-Gatell con esa receta infalible para frenar la pandemia que es dejar de comer Doritos; Octavio Romero con las pérdidas récord en Pemex ooootra vez, pero no importa, porque viva la soberanía, etc, etc, etc.

Bueno, ahora esa dignificación, esa nueva democracia vestida de quinceañera, será compartida con el mundo. Bravo. Ya éramos la admiración del planeta. Ahora vamos a ser la envidia. La Cuarta va. Lejos. Y en vuelo comercial.

 

                                                                                                                @juliopatan09