Enrique de la Madrid, exsecretario de Turismo y director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey, habló con 24 HORAS sobre el sector turístico, la clase media, el Covid-19, la crisis económica, la oposición y su encargo actual.

El secretario de Turismo, Miguel Torruco, dijo recientemente que mientras no puedan venir extranjeros, el turismo nacional será fundamental para mantener la industria a flote. ¿Qué pueden hacer el Gobierno y los privados para reactivar el turismo interno en plena crisis económica?

-Lo fundamental es cumplir con cuatro condiciones para abrir con tranquilidad. La primera es controlar la tasa de contagios, que se llama R. Cuando R es mayor a uno significa que, en promedio, cada persona con el virus infecta a, cuando menos, una persona.

Por lo mismo, una de las reglas es que la tasa de contagios (R) esté por debajo de uno durante los últimos 15 días. Si no tienes controlada la tasa, es muy difícil que te animes a invitar gente del exterior o de dentro del país.

La segunda es que tu capacidad hospitalaria no esté rebasada. Porque una vez que abres, más personas se contagian y más personas llegan a los hospitales.

Tercera, diría que es aumentar de manera significativa las pruebas (de Covid-19). A mi juicio, uno de los países más exitosos en este tema ha sido Corea del Sur, que se dedicaron a probar, probar, probar, y luego rastrear. Si tú pruebas y gente sale positiva, pues se aíslan. Luego le dan seguimiento a aquellas personas con las que pudiste haber tenido contacto, y también a ellos los aíslas. Y así es la única manera de no tener que cerrar todo de nuevo.

Y por último, los protocolos por sector. Definir las reglas del juego para los hoteles, restaurantes, taxistas, etc. A veces nos enfocamos mucho en la promoción (turística), cuando la mejor promoción es en realidad tener contenido el Covid-19.

En 2018, según Sectur, México recibió 846 mil turistas vía cruceros y éstos dejaron unos 480 mdd de derrama económica. Pero el Covid-19 ha golpeado de modo particularmente grave a los cruceros, en parte por los casos de contagios a bordo que vimos en distintas partes del mundo. ¿Cómo puede adaptarse la industria para volver a recuperar la confianza de los turistas?

-Hace poco platiqué con Enrique Beltranena, director de Volaris. Me comentó que desde la influenza AH1N1 (2009), ellos cambiaron los filtros de los nuevos aviones para garantizar una purificación del aire de casi 99%. Prácticamente cambian el aire dentro del avión cada tres minutos. Quiero pensar que en un lugar como un crucero puedes generar este tipo de sistemas. Desconozco si actualmente lo hacen o no, pero eso le garantizaría a la gente un menor riesgo de contagio dentro.

El otro tema es que a donde bajen los turistas, que eso sí nos toca a nosotros, existan las cuatro condiciones que ya dijimos. Si tú sabes que en un lugar la pandemia está fuera de control, pues no vas a bajar.

Hace poco escribiste sobre la necesidad de atender a los sectores más pobres, pero también a las clases medias. Te enfocaste en cuestiones económicas y también sociales, como recreación, aspiraciones, etc. Pero en materia política, ¿qué relación ves entre el ensanchamiento de la clase media y la profundización de la democracia en México?

-Hace 10 años, Luis de la Calle y Luis Rubio escribieron un libro llamado Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no. El argumento era que la mayoría de los mexicanos, como lo midiéramos, eran de clase media. Y no solamente eso: se sentían de clase media.

Ser de clase media no es solamente un tema económico o de ingreso, es también aspiracional. Según Coneval con datos de 2018, 42% de los mexicanos caen dentro de una de las categorías de pobreza; esto fue antes del Covid-19, hay que subrayarlo. Pero esto quiere decir que la mayoría somos de clase media, ya sea por ingreso o por mentalidad.

Para mí esto es muy relevante, porque en el discurso político del país solamente se habla de los pobres. Yo creo que el tema debería ser cómo ensanchamos la clase media, cómo evitamos que se pauperice. Y dos, cómo hacemos que las personas en pobreza se vuelvan clase media.

Clase media para mí es alguien que ya tiene cubiertas las necesidades básicas materiales, y por eso ya tiene otras aspiraciones, y tiene quizá un mucho mayor respeto por la idea de la democracia. Son mucho menos sujetos a las decisiones y los intereses del Gobierno. Y son menos sujetos a que sean clientelas de un Gobierno o partido.

Desde las épocas de Aristóteles, se decía que uno se tenía que focalizar en estos grupos medios, que no eran ni los más ricos ni los más pobres. Estos son los que le dan estabilidad y progreso a un país. No quiero que sigamos celebrando la pobreza, sino preguntarnos cómo salimos de ella y cómo ensanchamos la clase media. Debemos aspirar a ser un país de clases medias.

Hablando de la clase media, la Dra. Viridiana Ríos, en un artículo reciente, afirmó que en México “no basta dejar de ser pobre para ser clasemediero”; y menciona que hay casi 37 millones de personas que técnicamente no son pobres, pero carecen de acceso a salud, seguridad social o educación.

Si bien Ríos y tú difieren en el tamaño de la clase media, los dos hablan de responsabilidades que si el Estado no cumple o expande, la clase media simplemente no podrá crecer. ¿Cuáles son esas responsabilidades?

-Podemos diferir en los números y en la cuantificación de la clase media en México, pero en dónde no diferimos es en la importancia de hacerla más grande.

En México nos ha afectado el basarnos en la idea de clase media norteamericana. Creo que el país debería basarse más en los países europeos, donde los extremos no son tan grandes; no hay ni tan ricos ni tan pobres. ¿Qué tienen los países europeos? Todos pagan impuestos, todos contribuyen al gasto público. Por lo mismo, todos se sienten ciudadanos porque contribuyen y tienen derecho a recibir.

¿Y qué reciben a cambio? Una educación de calidad y en general gratuita; un sistema de salud para todos; y un Estado de Derecho. ¿Quién acaba más perjudicado en un país sin Estado de Derecho? Pues el que menos tiene. ¿Qué tiene un país de clases medias? Yo creo que es un país meritocrático, donde importan menos tus relaciones y tus orígenes, e importa más tu desempeño.

Hace unos días platicaba con Santiago Levy (exvicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo). Él mencionaba que al final del día, hoy los mexicanos están más educados y tenían un mayor acceso al conocimiento. Pero señaló que el problema mayor actualmente es que no logramos traducir esas mayores capacidades, en remuneración. Es decir, es un problema del mercado laboral.

El tema es muy complejo, pero reitero: parémosle a las loas a la pobreza. No se trata de tener sujetos cautivos a programas sociales.

En relación a esto, según la OCDE, antes del gasto público y de los programas sociales, los países europeos del grupo y México, que también es miembro, tienen una proporción de desigualdad muy similar. No es que seamos igual de pobres o de ricos, sino que el tamaño de la desigualdad es parecido. Pero una vez que ellos aplican el gasto público y sus programas sociales, su desigualdad sí disminuye y la nuestra no.

Esto quiere decir que todos nuestros programas sociales y otras cosas que estamos haciendo para enfrentar la pobreza, no sirven o sirven muy poco.

Tristemente, la pandemia de Covid-19 se antoja larga. Viendo la respuesta gubernamental hasta ahora, ¿qué lecciones tendrían que haber aprendido ya el Gobierno federal y los estatales?

-Primero, el Covid-19 no es culpa de nadie. Simplemente nos pasó. Ningún país estaba preparado para esto. Veo países que han hecho cosas diferentes (a México), pero también es muy pronto para saber quién tuvo la razón.

Yo siempre señalé que dadas las desigualdades de México, para pedirle a la gente que quedara en casa, tenía que haber un apoyo económico. De lo contrario, la gente saldría a conseguir ingresos. Esta parte es la que creo que en México no se ha aceptado.

Otra cosa que tampoco se ha reconocido es que hay sectores que fueron golpeados desde antes, como el turismo. Lo primero que se suspendió fue el viajar a hoteles, tomar aviones e ir a restaurantes. Entonces hay sectores más golpeados que otros.

El gasto público, desde mi punto de vista, tenía que haberse destinado y tiene que destinarse, porque esto va para largo, en preservar las fuentes de empleo y para ayudarle a la gente a sobrellevar la pandemia con el menor impacto económico posible.

No entiendo cómo el Gobierno, y lo digo con respeto, puede justificarse a sí mismo y ante la gente que es más importante continuar con una refinería, con un aeropuerto, o con un tren, que proteger la salud y la vida de los mexicanos. Todavía hay tiempo para que las autoridades rectifiquen.

Según el Fondo Monetario Internacional, México es el segundo país de Latinoamérica que menos dinero destina para reducir el impacto económico del Covid-19, sólo por delante de las Bahamas. Por ejemplo, Perú destina 12% de su PIB; Brasil, 10%; Chile, 7%; y Bolivia, 2%. En cambio, México destina cerca de 1%. ¿Qué pudo hacer diferente el Gobierno federal para enfrentar la crisis económica?

-Yo suelo poner este ejemplo de broma, pero no es tan de broma. Imagina que estás casado y tienes tu familia. De un momento a otro, tú y tu esposa pierden su ingreso y ella se te enferma y tiene que irse al hospital. Y tú le dices: ‘fíjate mi amor que yo juré y perjuré que no nos íbamos a endeudar, así que no tengo recursos. Y pues te me vas a morir’. ¿Esa es una buena respuesta? ¿Es lógico decir, ‘yo traigo estas reglas y estos principios’, a costa de sacrificar lo más importante que es la salud de los mexicanos?

¿Cómo ves a la oposición partidista? ¿Piensas que actualmente “no existe la oposición” en nuestro país?

-No cabe duda que la victoria del Gobierno actual fue tan contundente que paralizó a los partidos de oposición. También el ser humano es muy convenenciero y muchas personas se fueron con el ganador, lo que ha dejado un vacío (en la oposición). A partir del triunfo del presidente López Obrador, la gente también dejó de escuchar a los otros partidos. Pero creo que a dos años de su triunfo, eso está empezando a cambiar. Ahorita es el momento en el que los partidos (opositores) deben empezar a hacer varias cosas.

La primera es explicar cómo muchos de los problemas actuales se podrían resolver mejor. Y la otra, es que deben ser mucho más creativos para ofrecer alternativas.

A los mexicanos no nos sirve estarnos diciendo qué sirve y qué no sirve. Tenemos que ir construyendo una nueva alternativa que recoja las cosas buenas del pasado, pero que también imagine el nuevo México que tenemos que crear.

Pienso que estamos viviendo un cambio de época, en México y en el mundo. En un artículo muy interesante de Martin Wolf en Financial Times, él decía que estamos viviendo una crisis de democracia, una crisis de decepción con la economía y una crisis de representación. Pero las crisis también son oportunidades. Tenemos, entonces, que pensar juntos qué México queremos en los próximos 50 años. Cuando la gente te dice “es que no vemos a nadie (en la oposición)”, lo que en el fondo te está diciendo, y es natural, es que quieren un liderazgo en el que puedan volver a depositar su confianza.

Lo que yo no creo, con todo respeto, es que un país como México de casi 130 millones de habitantes, dependa de una sola persona. Qué visión tan primitiva y qué poca autoestima. Hoy en día el mundo es más horizontal, con más diálogo y coordinación. ¿Qué pedimos los mexicanos? ¿Un tlatoani, como en la época de los aztecas? Yo creo que ya no.

¿En qué proyectos están trabajando en el Centro para el Futuro de las Ciudades del Tec de Monterrey?

-El Tec me distinguió al invitarme a dirigir el Centro para el Futuro de las Ciudades, que es un centro de estudios que parte de la reflexión de que la mayoría ya vivimos en ciudades y seguiremos viviendo en estas.

En cuanto a proyectos, estamos por lanzar una revista llamada Entorno. Ya invitamos al Consejo Editorial para definir qué temas son los que queremos que la gente sepa y cuáles son las tendencias internacionales como el teletrabajo, temas de movilidad, impacto en el medio ambiente y educación digital, que hoy están moldeando la vida en las ciudades.

¿Dónde nos vemos? Tratando de comunicar, y eventualmente incidiendo en políticas públicas; siempre intentando usar un lenguaje sencillo y atractivo. Y por cierto, siempre sumando. No nos consideramos genios ni nada por el estilo. Queremos sumar y trabajar sobre lo que otros ya han hecho. Por eso en el Consejo aceptaron participar el área de El Colegio de México que tiene que ver con el tema de ciudades. El área de la UNAM también. Nos va acompañar el IMCO y otras personalidades destacadas. Todo esto para que la ciudadanía vea que este mundo de crisis también es un mundo de oportunidades.
LEG