Martha Hilda González Calderón

Es el llamado que hace la Organización Internacional del Trabajo, OIT, para que le demos prioridad a la seguridad e higiene en el trabajo en el marco del COVID-19, señalando que debe ser vista más que como un gasto, como una inversión que permitirá reforzar una cultura de prevención para evitar contagios y dar sostenibilidad a las empresas.

Las condiciones que vivimos hoy en día, obligan a empleadores, sindicatos y autoridades laborales a ir más allá de los protocolos exclusivos para el centro de trabajo. Revisar la movilidad de sus trabajadores y monitorear posibles contagios que pudieran darse en el círculo familiar con el fin de establecer cercos que limiten su propagación. Por eso es tan importante revisar las recomendaciones de los organismos internacionales, para asegurar una reactivación segura.

El Estado de México es la entidad federativa de las grandes cifras. Casi la mitad de trabajadores y trabajadoras registradas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, (IMSS), es decir 757,813, se ubican en 1,055 empresas, que representan el 1.5% del total de las mismas. Por otro lado, 67,487 unidades económicas formales tienen 50 trabajadores o menos. Tanto las grandes, pero sobre todo las micro empresas, representan un reto en el marco de la reactivación económica, para aplicar medidas preventivas que limiten el número de contagios.

A estas alturas, muchas empresas —grandes y pequeñas— han convenido con sus trabajadores la proporción de ajuste de sus salarios con el fin de preservar los empleos: adecuándolos de acuerdo con sus posibilidades y en observancia a la Ley Federal del Trabajo e informándolo a las autoridades laborales.

A lo largo de este difícil de crisis han pasado por detener, en muchos casos, totalmente sus actividades, a la evaluación y construcción de protocolos de reactivación. Es encomiable cómo muchas empresas han propuesto a las autoridades, no solo distintas maneras de ayudar a su sector sino también, alternativas para que desde el mismo puedan ayudar a otros grupos, que atraviesan situaciones más complejas: ya sea apoyándolos para su subsistencia o haciendo alianzas estratégicas que les permitan, juntos, sortear esta crisis.

Muchas unidades económicas han recibido orientación y capacitación por parte de las autoridades laborales para un regreso seguro, en la medida de lo posible. La OIT por su parte, ha emitido una serie de recomendaciones que permiten una reactivación económica segura, en el marco del COVID-19.

La primera recomendación que la autoridad laboral internacional establece es la activación de la Comisión Mixta de Seguridad e Higiene, que tiene su fundamento en el artículo 509 de la Ley Federal del Trabajo. Se trata de un equipo bipartita conformado por representantes de los trabajadores y del empleador que, a partir de una evaluación de riesgos, puedan establecer las medidas que deberán ser observadas por los trabajadores, empleadores, proveedores y clientes que accedan a la empresa. La conformación e integración de estas Comisiones está contemplada en la NOM-019-STPS-2011.

Esta visibilización de los puntos de alto riesgo, tiene como resultado que se adopte una serie de medidas preventivas que van desde la posibilidad ideal de eliminar el riesgo hasta la minimización del mismo. Estas se dividen en previsiones relativas a la adopción de reglas en materia de ingeniería, para garantizar la distancia que debe de observarse entre trabajadores; así como organizativas, administrativas y de protección personal.

Estas recomendaciones permiten definir también quiénes regresan al trabajo, en cada una de las fases del semáforo y bajo cuáles condiciones lo hacen; además de escalonar sus horarios y acordar con aquellos trabajadores cuyas actividades permitan que puedan continuarlas en la modalidad de trabajo a distancia.

La razón de insistir en estas acciones es aplicar protocolos desde que los trabajadores salen de sus casas, para aprovechar los horarios en donde baja la afluencia de usuarios del transporte público, lo que se ha dado en llamar “horarios valle”. Algunas empresas, incluso han convenido el ajuste de rutas para que directamente recojan en ciertos horarios a los trabajadores de algunos de los parques industriales y los lleven directo a sus empresas; para que al final de la jornada, los regresen a su punto de origen.

Al entrar al centro de trabajo, deben de monitorearse las condiciones físicas en las que llegan los trabajadores a sus centros de trabajo y prevenir las aglomeraciones. Facilitar el regreso a casa de aquellos que pudieran presentar síntomas de un posible contagio. Es imprescindible que la empresa asuma una política de cero tolerancia, en casos de discriminación a personas que hubieran sido sospechosas de contagio.

Es obligatorio que se tomen medidas rigurosas de limpieza, sanitización y ventilación de las áreas de trabajo, así como la definición de sentidos en los pasillos, si es posible, para evitar el contacto físico. Revisar los espacios de trabajo para evaluar dónde se pueden ampliar las líneas de producción para que los trabajadores puedan laborar en condiciones más seguras. Es importante además, concientizar que no se pueden compartir útiles de trabajo para evitar contagios. El grupo bipartita incluirá todas estas modificaciones en su protocolo de reactivación.

Contar con baños limpios, vestidores suficientes, comedores y áreas de descanso debidamente organizados para evitar que los trabajadores rompan con la distancia interpersonal requerida, redundará en la eliminación de contagios al interior del centro de trabajo.

Es importante proveer de equipos de protección personal, (EPP), y renovarlos periódicamente. Instalar dispensadores de gel en puntos estratégicos y abastecer de agua y jabón para el aseo periódico de los trabajadores.

Sin lugar a dudas, todas y todos hemos vivido bajo estrés en los últimos meses. La incertidumbre por el futuro de la empresa o de nuestro propio empleo, nos ha llevado a momentos de tensión y con altibajos emocionales. Por eso es tan importante que se refuerce la comunicación entre los trabajadores con sus empleadores y por supuesto, con sus representantes sindicales. Es estratégica una permanente comunicación con las autoridades laborales, tanto federales como estatales, para recibir la orientación correspondiente. Además, es indispensable el monitoreo continuo del ambiente laboral, de las interacciones entre los trabajadores y de éstos frente a terceros, para identificar algún problema.

Es de vital importancia reconocer el derecho al equilibrio entre el plano laboral y el personal. No descuidar a aquellos trabajadores que en la modalidad del trabajo a distancia, tienen también derecho a desconectarse por periodos, con el fin de tener espacios de descanso.

Cuando el Comité Mixto de Seguridad e Higiene tenga ya su protocolo para reactivar a la empresa, en el marco de la nueva normalidad, es importante revisar los planes de emergencia y evacuación e incorporar estas nuevas medidas. De igual manera, integrarlas al sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo.

Finalmente, una evaluación periódica de cada uno de los componentes que integran el protocolo de reactivación económica, permitirá ajustar aquellas acciones que hayan sido superadas e insistir en aquellas que ameriten ser reforzadas, con el fin de asegurar la actividad “normal” de la empresa.

Algunos pensarán que este año de la pandemia fue un año perdido. Los más, recordaremos este tiempo, como de grandes retos. Tiempo en el que perdimos a amigos o conocidos por no saber cómo prevenir el contagio. Tiempo en que enfrentamos una de las mayores crisis económicas de nuestra historia. Tiempo donde aprendimos más sobre la prevención y la resiliencia. Para el sector productivo puede ser la oportunidad de reactivar a sus Comités Mixtos de Seguridad e Higiene y aprender en esta y otras crisis, a mejorar las condiciones de trabajo para que no contagiemos al empleo.

                                                                                                                                                             @Martha_Hilda