Los dos Gobiernos hicieron sus cálculos antes de concretar esta visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington. Los dos con su respectiva búsqueda de ventajas, de popularidad y en el caso de Donald Trump abiertamente electoral.

 

Los dos únicos temas que unen a los votantes de Donald Trump con México son el comercial, por haber puesto fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el migratorio. La Casa Blanca lanzó la advertencia de que para ellos dar una solución de largo plazo a la migración ilegal estaba en la agenda. Los dos temas dominaron la reunión.

 

Para la 4T todo lo que esperaban era un enorme despliegue mediático que permitiera a López Obrador verse presidencial.

 

López Obrador quería estar en La Casa Blanca, aún con los riesgos que implicaba ponerse a merced de los exabruptos de Donald Trump y lo que empezó como un deseo de emprender una peregrinación para ir a Washington en acción de gracias, derivó en un ficticio banderazo de salida del T-MEC… sin Canadá.

 

Ya conoceremos en algún mitin de campaña de Trump, frente a esos duros seguidores que no esconden su desprecio hacia lo mexicano, cuáles fueron algunas de las entrelineas del encuentro privado entre los dos presidentes.

 

Pero por lo pronto, Donald Trump regaló al Presidente mexicano la cortesía de no salirse del discurso que le escribieron y con ello se evitó alguna de sus improvisaciones llenas de veneno.

 

En Washington, López Obrador obtuvo lo que quería: una cobertura mediática total que incluyera primeras planas, videos y fotografías que proyectaran la humildad del vuelo en clase turista, el mostrarlo como respetuoso de las reglas de sanidad. Un ciudadano más de a pie, la cúspide de la retórica de la 4T, que logró salir ileso de los territorios del peligroso Trump.

 

En vivo y en directo las ceremonias de depósito de las ofrendas florales en los monumentos de dos iconos históricos de los dos países, con todo y porras “espontáneas” de lo mexicanos agradecidos con el Presidente que llegaron hasta la capital estadounidense.

 

Casi una cadena nacional para atestiguar dos mensajes que llegaron redactados y revisados al encuentro de la Casa Blanca, llenos de alabanzas mutuas. Una nueva cadena nacional para las palabras vespertinas de dos mandatarios que quizá porque se parecen tanto en muchas formas de hacer política con ese estilo rupturista y egocéntrico, se acogieron a las formas más ortodoxas de hacer política internacional.

 

En México, muchas páginas y muchas horas de análisis de la visita. Primeras planas, todas. Y en Estados Unidos una nota de interiores o con un poco de suerte algún llamado en la portada. Pero nada más.

 

Faltan los detalles, lo que pueda resultar útil para Donald Trump al momento de aderezar su discurso de campaña.

 

De este lado, López Obrador se da por bien servido de girar la conversación hacia su visita a Estados Unidos y tomar un respiro de tantos problemas y malas decisiones que se le acumulan.

 

                                                                                                                                           @campossuarez