Héctor Zagal
 

Héctor Zagal
Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana

El otro día me preguntaron si la cesárea, este procedimiento por el cual el bebé nace vía una escisión abdominal de la madre, tenía algo que ver con los Césares romanos. Unos piensan que el procedimiento de la cesárea recibe su nombre de Julio César, de quien se dice que nació de esta manera. Sin embargo, Plinio el Viejo, historiador romano del siglo I d.C., documenta que Escipión el Africano nació por cesárea, unos 200 años antes del nacimiento de Julio César. En realidad, la etimología de cesárea probablemente se deriva del verbo latino “caedere”, que significa cortar. Ahora, los romanos sí tienen una historia con la cesárea. Se ha documentado que Numa Pompilio, uno de los míticos reyes de Roma, quien gobernó del año 715 al 653 a.C, expidió la “lex regia” según la cual se prohibía inhumar a una mujer muerta embarazada sin haber extraído el vástago de su vientre vía un corte abdominal.

Las cesáreas post-mortem romanas tampoco fueron las primeras documentadas. Si volteamos hacia la mitología griega, podemos encontrarnos con al menos dos nacimientos importantes logrados gracias a la cesárea: el de Asclepio y el de Dionisio.

La historia de Asclepio, dios griego de la medicina, empieza con Apolo enamorado de la bella Corónide. Después de acostarse con ella, Apolo desaparece y deja a Corónide embarazada. Pero Isquis, un mortal, se gana el afecto de Corónide y deciden casarse. Mientras planeaban la boda, un cuervo blanco (porque según el mito antes eran blancos) le avisó a Apolo de la “traición” de Corónide. Por la indiscreción, el cuervo se tornó negro, el color de la deslealtad. Apolo, enfurecido, mata a Isquis. Artemisa quiso ayudar a su hermanito y mató de un flechazo a Corónide. Yacía Corónide en la pira funeraria cuando Apolo llegó a desgarrar las entrañas del cadáver y sacó a la criatura que crecía en su vientre.

Dionisio, fruto de la unión entre Zeus y Sémele, una mortal, también tiene un nacimiento sorprendente. Hera, celosa, engañó a Sémele para que ésta le pidiera a Zeus que se le mostrara en todo su esplendor de dios. Sin poder convencerla de lo contrario, Zeus se mostró como ella pedía, pero brilló con tanta intensidad que calcinó a Sémele. Zeus consiguió salvar al niño que crecía en las entrañas de Sémele, pero como aún no alcanzaba la madurez suficiente, Zeus decidió cortarse el muslo, meter al niño en él, y coserlo para que terminara de gestarse en él. Meses después, Dionisio nacería del muslo de Zeus.

El nacimiento, sea por la vía que sea, no deja de ser sorprendente y todo un reto.

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@hzagal

LEG

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana