Foto: Reuters Pero cuanto más tiempo pasa un joven delfín cerca de otro compañero que ya aprendió la técnica, él piensa: "es más probable que la aprenda" y la transmita a otros en algún momento  

Científicos descubrieron que en las aguas cristalinas de Shark Bay, en Australia Occidental, los delfines nariz de botella se comportan de manera inusual, pues guían a los peces hacia las conchas vacías de los caracoles gigantes, luego los sacan a la superficie y los sacuden vigorosamente directo a su boca abierta.

 

Esta acción se conoce como “bombardeo“, y es una garantía para que los delfines puedan alimentarse, debido a que esta especie de delfines usan las conchas como trampa. Este sería el segundo caso de un delfín que usa herramientas para alimentarse, el primero fue descubierto en 1997 cuando un delfín nariz de botella usaba esponjas marinas como guantes protectores sobre sus picos para buscar peces en el fondo del mar.

 

Actualmente, los investigadores demostraron que los delfines de Shark Bay aprenden acciones similares de sus semejantes. Este sorprendente comportamiento involucra una herramienta y es un raro ejemplo de dicho aprendizaje en el reino animal.

 

 

 

Durante las encuestas en la bahía entre 2007 y 2018, el ecologista Sonja Wild y sus colegas documentaron casi 5 mil 300 encuentros con grupos de delfines e identificaron más de mil delfines individuales que ejercían este comportamiento.

 

Para descubrir cómo los grupos habían aprendido la técnica, el equipo recurrió al análisis de redes sociales, teniendo en cuenta las relaciones genéticas, los factores ambientales y con qué animales preferían pasar el tiempo los delfines. Al analizar los resultados, descubrieron que los “bombarderos” se aprenden de generación en generación (es decir, de amigo a amigo).

 

Wild dice que los bombardeos comienzan entre los adultos. Pero cuanto más tiempo pasa un joven delfín cerca de otro compañero que ya aprendió la técnica, él piensa: “es más probable que la aprenda” y la transmita a otros en algún momento.

 

A pesar de que los mamíferos pasan más de 30 mil horas con sus madres, es posible que algunos aprendieran el truco de sus madres, dice Janet Mann, experta en delfines en la Universidad de Georgetown.

 

Estos hallazgos, resultan prometedores para los delfines que enfrentan entornos cambiantes.

 

Con información de medios

 

MGL