Las polémicas que levanta la invitación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al presidente Andrés Manuel López Obrador parecieran surgir de la amnesia de quienes más duramente critican este viaje que se llevará a cabo los primeros días de julio.

Quienes callaron o aplaudieron que Trump, como candidato se reuniera con Peña Nieto, ahora critican que Trump, como presidente de Estados Unidos, se reúna con Andrés Manuel López Obrador.

El presidente Peña Nieto se reunió con el candidato republicano Donald Trump el 31 de agosto de 2016, cuando era secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, quien ahora recomienda calibrar el encuentro entre los dos presidentes, cuando en su momento aplaudió dicha reunión desigual, donde se le solicitaba que también se reuniera con la entonces contrincante de Trump, Hillary Clinton, de lo cual la sobrina de Carlos Salinas hizo caso omiso.

Los riesgos, dijo el presidente López Obrador, se corren siempre en política. Y la relación entre México y Estados Unidos no se asienta sobre rencillas sino a partir de intereses como en todo el mundo. No hay una política de rencores y resentimientos por apoyar a contrincantes o favorecer a candidatos de otros partidos.

La armonía o agresividad que existe entre el vecino del norte y México tiene cifras, cálculos, intereses, cuestiones concretas, y así se mostró cuando Obama regresó a miles de latinos, sobre todo mexicanos, del territorio estadounidense. No esperamos amabilidades de la Casa Blanca. El trato desigual es histórico y basta con revisar la historia para comprobarlo.

Los pretextos de quienes no quieren que viaje López Obrador son a veces pueriles, como el de Muñoz Ledo que señala el racismo que caracteriza a Trump. No ha habido presidente de Estados Unidos que no sea racista y sin embargo se reunía con los presidentes mexicanos. Presidentes mexicanos que iban de rodillas a la Casa Blanca, por cierto.

El temor a que no gane la reelección Trump y que Biden tenga represalias por esta visita debe desaparecer. El temor de quienes ahora rechazan la visita por cuestiones judiciales y no políticas, aunque en este caso hay problemas judiciales que sólo políticos de altos vuelos pueden determinar, como podría ser la detención de Felipe Calderón Hinojosa por su relación con el detenido en la Unión Americana, Genaro García Luna. También podría estar entre los temas el caso del operativo Rápido y Furioso.

En la historia de ambos países, de presidentes de los dos lados de las fronteras, ha habido enemistades y complicidades. Ha habido presidentes de México que trabajaron para la CIA, de tal suerte que la detención de un expresidente de la República es un tema nuevo en las relaciones entre ambos países y si bien ese no es el motivo del viaje. La decisión les llevará un minuto a lo mucho estando juntos.

En este caso todos hablan, las opiniones sobran y la realidad está olvidada junto con la lógica, porque si gana Biden, el títere de Clinton, y Estados Unidos requiere de mano de obra barata, abren la frontera sin más requisito. Si gana Trump y no quiere más indocumentados, erige el muro fronterizo sin más requisito que la autorización de su Congreso. Si a sus intereses motiva una invasión, la realizan sea el presidente republicano o demócrata.

Es decir, ni Biden ni Hillary van a invadir militarmente por haber visitado a Trump para echar a andar un Tratado de Libre Comercio.

Los opositores al viaje, la mayoría instalados en la comodidad de su conservadurismo, quieren hacer de la política entre ambos países un pleito de comadres, cuando en realidad ellos mismos debieron impedir que Peña Nieto apoyara a Trump como candidato, callaron o vieron con buenos ojos por el simple hecho de que dicha visita la planeó Luis Videgaray y la ejecutó Claudia Ruiz Massieu.

Aquí lo que llama la atención es que quienes rechazan la visita son quienes han estado en contra de todo lo que hace el presidente de la República y resulta poco lógico que tengan razón a estas alturas.

El pretexto del viaje es válido, nadie puede negarlo y el temor es infundado, porque la política de buen vecino con Estados Unidos radica en sus intereses económicos y no en sus posturas políticas, esto debe saberlo todo mexicano que haya leído medianamente nuestra historia.

Lo que sí es cierto es que, si López Obrador va a la Casa Blanca sólo a echar a andar el Tratado de Comercio, decepcionará a muchos. PEGA Y CORRE. – Ahora resulta que la oposición que muchos buscaban para hacerle contrapeso a Morena se ubica en el INE, debiendo ser imparcial, donde cada uno de sus 11 consejeros están identificados con los diferentes partidos políticos. Estos no niegan ni afirman ni se deslindan ni se comprometen, simplemente callan… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

angelalvarop@hotmail.com