Enviar a gente armada a tomar una mina solo por querer adueñarse de más cuotas sindicales, es el objetivo del sindicalismo encabezado por Napoleón Gómez Urrutia. Esta semana, las antiguas y constantes prácticas del senador de Morena se vivieron en la Minera Fresnillo, a donde mandó a más de 50 personas a “sostener una reunión” con los mineros, sin embargo, trataron de tomar a la fuerza la mina y hubo un detenido por arma de fuego.

El Sindicato Frente demostró en todo momento unidad y no permitió que se cumpliera el objetivo de los Napistas de apoderarse de la mina o de herir o matar a algún integrante de nuestra organización.

Pero hagamos memoria, este hecho se ha repetido en un sin fin de ocasiones, en varios estados y en varias empresas, y es que es quien se hizo la víctima y huyó del país dejando en el desamparo a las familias de los 65 mineros fallecidos en Pasta de Conchos, es el mismo que fue acusado del desvío de 55 millones de dólares en perjuicio de más de 10 mil mineros, el que viaja en jets privados y que vive con todos los lujos gracias al trabajo y esfuerzo de sus afiliados. Mismo que ha llenado de violencia y sangre al sector minero, y no, no lo digo yo, son hechos sustentados por autoridades, periódicos, videos, trabajadores y procesos legales.

Aunado a que nunca ha pisado una mina, su estrategia de choque consiste en mandar como carne de cañón a los trabajadores, es decir, él coordina y da seguimiento a los enfrentamientos, heridos y bajas, todo desde la comodidad de su mansión.

El 20 de abril de 2006, una huelga promovida por Napillo desató un enfrentamiento entre fuerzas policiacas y mineros de Lázaro Cárdenas, Michoacán. En esa ocasión mandó a trabajadores armados con palos y bolas de acero para protestar por su destitución, el saldo fueron dos mineros muertos: Héctor y Mario, así como 70 lesionados, edificios destruidos, etcétera.

El 16 de octubre de 2010, 150 golpeadores armados con palos intentaron tomar las instalaciones del Sindicato Democrático en Monclova, Coahuila, donde se daría un avance de las denuncias y demandas interpuestas por el desvío de 55 millones de dólares por parte de Urrutia, por ello ordenó reventar la asamblea.

El 16 de noviembre de 2012, simpatizantes de Urrutia hirieron con arma de fuego a un minero en Sombrerete, Zacatecas, cuando irrumpieron de manera violenta en las instalaciones de la CROC donde se llevaba un recuento por la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo.

El sábado 10 de junio de 2013, Napistas de Michoacán llegaron a Fresnillo, Zacatecas, armados con piedras y garrotes impidieron la entrada de los trabajadores a la mina Peñoles, el objetivo, provocar un enfrentamiento. El saldo, un minero muerto.

Podríamos llenar esta columna de fechas, heridos y enfrentamientos, que se repiten una y otra vez por parte del mismo personaje que sin ser minero se ha servido de este sector ayudándose de la intimidación hacia quienes no votan por él. Napito llegó a la dirigencia del Sindicato Minero porque se la heredó su papá. Su único mérito fue tener títulos de universidades extranjeras, mismos que presume a la base y le hacen sentirse superior a cualquier minero, sin embargo, todos hemos sido testigos que no le han servido de nada, porque para entender una mina se necesita bajar a ella y trabajarla, cosa que nunca ha hecho.

Tras esta cronología una vez más, nos preguntamos, ¿en qué momento Morena corregirá el error de haberle regalado una curul en el Senado? ¿En qué momento será destituido de la presidencia de la Comisión de Trabajo? ¿En qué momento la justicia de este país podrá ver de frente a los mineros?

 

                                                                                                                                                @CarlosPavonC