Desde los primeros días de la epidemia de covid-19 en Europa, la idea de si el virus SARS-CoV-2 desaparecería con la llegada del buen tiempo no ha dejado de plantearse. ¿Actuará el nuevo coronavirus como una vulgar gripe estacional?

Tres meses después, el declive general de la epidemia observado en el Viejo Continente durante los últimos días de primavera ha reavivado la hipótesis.

No se trata de una idea descabellada para un “virus respiratorio”, por lo que ha sido estudiada y tratada en múltiples publicaciones científicas.

“Muchos virus respiratorios son estacionales, como el de la gripe o el VRS [virus respiratorio sincitial, responsable de la bronquiolitis en los recién nacidos]”, explica el epidemiólogo Antoine Flahault, que dirige el Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra.

Así, el SARS-CoV-2 también podría estar sujeto a la influencia de las estaciones: temperatura, humedad, exposición al sol o comportamientos humanos. Pero ¿qué argumentos respaldan esta afirmación?

Hipótesis del virus

En primer lugar, el virus emergió “en invierno” en “China continental”, a finales de 2019. Luego, “comportó fuertes epidemias en las zonas templadas del hemisferio norte entre enero y mayo”, señala Flahault, mientras que “su actividad era menor en las zonas templadas del hemisferio sur”.

Desde hace unas semanas, “registramos un descenso pronunciado casi en todas partes, salvo en algunas regiones del hemisferio norte como Suecia, Polonia y algunos Estados de Estados Unidos“, añade el experto.

En cambio, “a medida que se acerca el invierno austral, Argentina, Chile, el sur de Brasil, Sudáfrica asisten a crecimientos epidémicos fuertes, que recuerdan a los nuestros de hace unos meses”, apunta.

“Da la impresión de que existe un freno estival, pero quizá sea parcial y no logre impedir necesariamente una circulación, tal vez moderada, durante todo el verano en nuestro hemisferio”, agrega Antoine Flahault.

En Francia, el presidente del consejo científico covid-19 que asesora al gobierno sobre la epidemia, Jean-François Delfraissy, también ha hecho alusión a esta hipótesis.

El “escenario número uno” esperado para el verano es el de “un control de la epidemia” en Francia, gracias “a las consecuencias del confinamiento” pero también “al hecho de que este virus quizá sea sensible a la temperatura”, indicó en la emisora de radio France Inter.

Con todo, la estacionalidad del SARS-CoV-2 sigue siendo una hipótesis difícil de verificar, matiza el especialista en enfermedades infecciosas Pierre Tattevin. Justo cuando la exposición al sol y las temperaturas aumentaban en Europa y en Francia, “nos confinamos al máximo”, subraya. Igualmente, resulta difícil diferenciar la influencia que tuvo el cambio de estación y el efecto del confinamiento en la desaceleración actual de la epidemia.

“Hay tantos parámetros que entran en juego que no podemos saber qué está vinculado al clima, qué está vinculado a la estación o al hecho de que la gente preste más atención”, advierte el experto del hospital CHU de Rennes (oeste de Francia).

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