Miles de personas volvieron a las calles este sábado en varias ciudades europeas, convocadas por grupos que pretenden denunciar la violencia policial y el racismo tras la conmoción causada por la muerte del estadounidense George Floyd.

En París y Londres hubo incidentes con las fuerzas del orden, y también tensión por la presencia de militantes de extrema derecha.

La muerte de George Floyd, un hombre negro asfixiado por un policía blanco el 25 de mayo en la ciudad estadounidense de Minneapolis, ha provocado indignación mundial y la movilización de grupos antirracistas y de izquierda, que aprovecharon para ampliar las demandas y atacar estatuas y símbolos históricos.

En París, la policía utilizó gases lacrimógenos tras recibir el impacto de botellas y objetos de algunos manifestantes en la Plaza de la República.

La manifestación fue convocada por el comité que lleva el nombre de Adama Traoré, un joven negro muerto en 2016 tras haber sido arrestado por los gendarmes en la región parisina.

Bajo el actual estado de emergencia, la manifestación, que tenía previsto atravesar el centro de París, estaba prohibida, así que la policía bloqueó las salidas de la plaza, lo que provocó el enfado de los miles de convocados.

Al inicio de la convocatoria se produjo un momento de tensión cuando presuntos militantes de extrema derecha subidos a un tejado desplegaron una gran pancarta denunciando el “racismo antiblanco“.

Mientras se producían los forcejeos entre los que intentaban abandonar la plaza y las fuerzas del orden, el Consejo de Estado, la más alta instancia administrativa francesa, anunciaba el levantamiento de la prohibición de reunión de más de diez personas, devolviendo así a la ciudadanía el derecho a manifestarse, aunque bajo el respeto de las “medidas de protección”.

A petición del presidente francés, Emmanuel Macron, el ministro de Interior, Christophe Castaner, anunció el lunes medidas para mejorar la deontología de las fuerzas de seguridad, ordenó suspender sistemáticamente a los agentes en caso de comportamiento o declaraciones racistas y prohibió el método de arresto llamado “de estrangulamiento”.

Ante tales anuncios, los sindicatos policiales declararon que el ejecutivo “abandonó” a los policías. El viernes agentes policiales de varias ciudades del país protestaron por esas declaraciones del ministro.

Extrema derecha en Londres 

En el centro de Londres fueron centenares de personas las que secundaron el llamado a seguir con las protestas, como el pasado fin de semana.

En las últimas manifestaciones, activistas al abrigo de la multitud derribaron estatuas o las pintaron con graffitis, como la dedicada al ex primer ministro Winston Churchill, el líder que dirigió las riendas del país durante la II Guerra Mundial, pero cuyo papel en la época colonial británica, a principios del siglo XX, es denunciado por los movimientos más radicales.

Militantes de extrema derecha se agruparon a su vez cerca del Parlamento en torno a estatuas como la de Churchill para protegerlas, en un tenso ambiente, que rápidamente derivó en agresiones contra agentes de policía, que reaccionaron con energía. La policía anunció que detuvo a unas 100 personas a raíz de los incidentes.

La ministra de Interior, Priti Patel, denunció en Twitter, la “violencia inaceptable” que dejó seis policías levemente heridos.

Pese a que el movimiento “Black Lives Matter” canceló la protesta que había previsto celebrar por la tarde en el centro de la capital, varias centenares de personas se congregaron en Hyde Park antes de dirigirse al Parlamento, siguiendo a instancias de la policía un circuito preciso para evitar riesgo de enfrentamiento con la extrema derecha.

“La brutalidad racista no tiene lugar en nuestras calles”, dijo el primer ministro, Boris Johnson, quien añadió que “toda persona que ataque a la policía sentirá todo el rigor de la ley”.

De acuerdo con el grupo antirracismo “Hope not Hate” (Esperanza, no odio), las agresiones partieron de miembros de movimientos de la ultraderecha, como Britain First, que alegadamente buscaban proteger una estatua de Churchill.

En Suiza miles de manifestantes desafiaron la prohibición de manifestarse de a más de 300 personas. En el centro de Zúrich fueron más de 10.000, en su mayoría vestidos de negro, con pancartas en las que proclamaban: “El racismo también es una pandemia”.

También hubo miles de personas en Berna, ante la sede del gobierno federal y del parlamento.

Previamente en Australia miles de personas desfilaron por las calles de ciudades como Perth.

 

ica