Ángel Álvaro Peña

La violencia que se vive actualmente en algunos países del continente ha sido precedida por un discurso violento, beligerante, agresivo.

 

Esta retórica política violenta a la sociedad, aseguran lingüistas de la Universidad de Michigan, y puede inflamar actitudes violentas, especialmente en aquellos con predisposición a comportarse así en la vida diaria. Vemos con gran indignación el caso de Estados Unidos cuyo presidente, desde su campaña, advirtió sobre la construcción de un muro en la frontera con México, el cual ni siquiera ha empezado en términos reales. Pero lo que debe resaltarse es el discurso violento que lleva, en este caso, a reacciones violentas.

 

Nathan Kalmoe, catedrático de Ciencias Políticas de esa universidad, señala: “Las pruebas pueden ser suficientes para que los líderes políticos lo piensen dos veces antes de incluir lenguaje violento en sus discursos y avisos de publicidad, especialmente en situaciones en las que su audiencia ya está enardecida con hostilidad”.

 

La semana pasada, un policía de Minneapolis asesinó a un afroamericano después de que había sido sometido, el hombre pidió piedad y avisó que no podía respirar más y el policía le mantuvo la rodilla en su cuello, con todo su peso, hasta que murió.

 

Esto ocasionó que ahora haya, en más de 25 ciudades de Estados Unidos, revueltas y muertos en algunas de ellas.

 

Ante esta situación, esas ciudades han declarado toque de queda este fin de semana con el objetivo de controlar los disturbios. Una docena de gobernadores activaron la presencia de la Guardia Nacional para disipar multitudes, detener saqueos y atajar la escalada de la tensión. Según informes se calcula que aproximadamente 1,400 individuos han sido arrestados en 17 ciudades estadounidenses desde el inicio de los disturbios.

 

El inicio de esta violencia comenzó con el discurso agresivo, sin precedente en la historia de los presidentes del vecino país del norte, del presidente Trump.

 

Otro caso es el del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien, desde el principio de su mandato, mostró discriminación, segregación, misoginia, con un lenguaje ofensivo, lleno de adjetivos y poco político. El mandatario que derrocó a Lula da Silva, por unas triquiñuelas legaloides, siempre usó lenguaje violento, por lo que ahora arremete contra los periodistas de ese país, a través de su equipo de comunicación.

 

“Es verdad que hay riesgo para los periodistas. Hubo ya varias situaciones en las que los periodistas fueron agredidos, golpeados”, explica Carlos Almeida, director de TV Cidade Livre, de Brasilia. Ante esta situación los medios en ese país retiraron a sus reporteros del Palacio da Alvorada, donde despacha Bolsonaro.

 

En México, una derecha agresiva, misógina, desesperada, resentida, mantiene un lenguaje violento el cual pudo apreciarse en toda su magnitud en la marcha automovilística que se realizó el sábado 30 de mayo contra el Presidente de la república, donde palabras como guerra, muerte, lárgate, y otras impronunciables se mostraron en cartelones. Lo cual advierte sobre una violencia mayor, la falta de civilidad no impide la libre expresión de las ideas, ni la carencia de contingentes justifica que deba a alguien negársele su derecho a manifestarse en las calles, lo que preocupa es la violencia y el odio que expresan en sus rostros como si el gobierno les hubiera asesinado un ser querido.

 

Es muy bueno que quienes nunca habían salido a las calles a protestar ahora expresen su sentir públicamente, ahora sí tienen motivos. Les han arrebatado los privilegios que los anteriores gobiernos les habían regalado. La Constitución garantiza la libertad de expresión y tienen derecho a salir a las calles a denunciar lo que consideran una injusticia. Hace apenas dos años estaban contra las manifestaciones callejeras

 

A esto agregamos expresiones como la de Manuel Clouthier Jr., quien llamó mantecosa a la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde; o las intenciones de las panistas de descalificar al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, uno de los cinco mejores epidemiólogos del mundo, por responderle a una senadora que ponga atención a las conferencias de prensa antes de opinar.

 

Héctor Aguilar Camín, intelectual del salinato, dijo que el Presidente de la república era un petulante, pendejo; Claudio X. González advirtió que la 4T es sinónimo de destrucción, entre otras expresiones violentas de la derecha que no anuncian nada bueno.

 

La derecha viene con todo en México, su lenguaje proviene de la venganza y no de la legalidad. El objetivo de ellos es claro, destituir al Presidente de la república, porque les ha quitado lo que ellos pensaron que les pertenecía de por vida, aunque dejaran en la miseria al país.

 

Estas expresiones violentas de inconformidad son una muestra de que los inconformes no encuentran un partido político que encause las inquietudes de la clase social que dicen representar. Por su parte, los partidos políticos de derecha, PRI, PAN, PRD, MC, etc., no representan a nadie, y por ello quieren crear una alianza para competir juntos y tratar de vencer a Morena.

 

La prioridad de la derecha en México es mantener una constante guerra de declaraciones, con agresividad y violencia, para llamar la atención.

 

Con ese lenguaje agresivo llaman más la atención y no saben que calientan los ánimos y provocan, entonces sí destrucción, pero lo que quieren evitar es que la gente se dé cuenta de que ninguno de esos partidos políticos fue capaz de dar un solo peso de sus presupuestos, es decir, de sus prerrogativas, para contribuir a salvar vidas y evitar contagios del coronavirus, pero fueron los primeros en criticar las medidas contra la pandemia. PEGA Y CORRE. – El asesinato de Alonso Isaac Gamboa Lozano, pieza clave en el Gobierno de Enrique Peña Nieto, coloca los reflectores de la justicia y de la opinión pública en su gestión y asusta a otros priistas de ese tiempo, que comienzan a esconderse… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

 

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