¿Y cuándo regresa los 55 millones de dólares? Esta pregunta se ha replicado más de 10 mil veces durante 14 años. Sí, casi una década y media ha pasado desde que los mineros fueron despojados por Napoleón Gómez Urrutia de los recursos que provenían de la venta del 5% de las acciones de la mina de Cananea.

La historia se hace vieja al igual que Napito, sin embargo, sería inmoral dejarla en el olvido. Los compañeros aseguran que muchos han muerto con la esperanza -palabra hoy tan de moda- de que se haga justicia y que el senador de Morena reivindique su postura, que les permita acceder a una vida tan buena como la que él lleva.

Pero la respuesta siempre ha sido negativa, aun cuando en abril de 2018 la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje le ordenó al sindicato minero que él encabeza, regresar los recursos a los demandantes. La negativa obedece, aseguran los periódicos nacionales, a la vida de lujos y excesos que se da Napo junto con su familia.

Napito hizo cuanta maniobra legal pudo para evitar regresar ese dinero, que de sobra está decir, no le correspondía porque nunca fue minero y nunca lo trabajó. Testigos aseguran que incluso pagó de esos recursos varios millones de dólares a los despachos de abogados más caros del país, y con ello pudo por ahora esquivar mediante amparos las denuncias y órdenes de aprehensión en su contra.

Cuando decides luchar y representar a los trabajadores de manera honesta, sabes que la misión es no traicionar y procurar que día a día la base y su familia estén en mejores condiciones, pero cuando el interés es distinto, cuando es movido por la avaricia y por cuestiones personales, los resultados en definitiva son otros.

Es inconcebible que utilice a los trabajadores como carne de cañón para conformar organizaciones a diestra y siniestra, como la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT) que, aseguran, la creó pensando en que podía utilizar su influyentismo para imponerla a la 4T. Al final, los pocos que se inscribieron la han abandonado, pues dicen que no los representa. El historial de Napo en lugar de enorgullecer a los sindicatos, los opaca.

Napo ha demostrado ya por muchos años que los títulos que presume a los mineros le han servido… pero para contar su gran fortuna, para contar peso por peso las cuotas sindicales, mismas que casi alcanzan el 5% del salario de cada trabajador, o para contar el número de propiedades que tiene en México y en el extranjero.

Tras ésta y otras historias que se le conocen al canadiense, vale la pena rescatar la definición de “delitos de cuello blanco”, aquellos que suelen realizarse por personas con un estatus socioeconómico alto, los más comunes son el fraude y la malversación de fondos, entre otros.

Esta administración tiene en sus manos la oportunidad de compensar el desfalco a esas familias, de darle a los trabajadores, por cierto en su mayoría adultos mayores, la tranquilidad y el disfrute del dinero bien ganado. Pero a pesar de esta evidencia, Morena decidió darle una senaduría a este personaje, así que es momento de hacer limpieza en casa.

 

                                                                                                                                               @CarlosPavonC