El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió unilateralmente, es decir, sin esperar el consejo de las autoridades de Salud, reiniciar sus giras por el país a partir del lunes.

Será de una semana y abarcará los estados que puntean el número de contagios de Covid-19 en el país.

Dice que lo hace “para reactivar la vida política’’.

Pero la vida política no ha parado durante la pandemia; suena a pretexto, desde luego, pero si el Presidente verdaderamente cree que mantiene el apoyo del pueblo bueno y sabio, no debería correr ningún riesgo.

No va a entregar obras -si acaso a dar el banderazo para la construcción del Tren Maya… si los mayas no bloquean el acto-, ni va a entregar recursos, ni se irá a supervisar cómo tratan las instituciones públicas de salud a los enfermos de Covid-19.

No se conoce la agenda de la semana, porque según se dijo “no se quiere que los conservadores le vayan a mandar gente a los eventos’’, pero no podrá evitar que los ciudadanos se le acerquen.

Y no serán enviados por conservadores o neoliberales sino por las necesidades que los gobernadores o los apoyos federales no han podido suplir.

Al final, México necesita un Presidente, no un mártir.

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El presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, dio por terminado el experimento de comparecencias vía remota de funcionarios federales, luego del encontronazo entre la bancada del PAN y el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell.

Como sabe, a una pregunta de la diputada panista Alejandra Reynoso, López -Gatell se tomó el tiempo y la libertad para explicar las funciones del cerebro, como una manera de decirle a la legisladora que no sabía del tema y que debía poner más atención.

Lo anterior provocó que los panistas tomaran las palabras del epidemiólogo de moda como un insulto y pidieron que el Senado se pronunciara al respecto y exigiera al funcionario una disculpa.

No ocurrió; Monreal decidió que se cancelan las comparecencias de Zoé Robledo, Graciela Márquez y Juan Antonio Ferrer, este último director del cuestionado INSABI.
Y tan tán.

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A pesar de que no se nota, el secuestro se ha reducido en 50% en los estados de Veracruz, Tamaulipas y Tlaxcala, gracias a la colaboración entre la Guardia Nacional y la Coordinación Nacional Antisecuestro (CONASE).

Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, puede presumir esta cifra en medio de otros números que reflejan que ni siquiera la pandemia ha podido frenar la ola de delitos de alto impacto social.

Como sea, es un buen dato no solo para Durazo y las estadísticas, sino para las poblaciones de esos tres estados del país.

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Y mientras eso pasa en esas entidades, en San Luis Potosí, la capital del estado, la delincuencia está de fiesta.

En la última semana han ocurrido 18 homicidios y tres balaceras a plena luz del día en el centro histórico de la capital potosina.

Tan solo el miércoles anterior, se registró la ejecución de 6 personas en distintos hechos y persecuciones de película en pleno centro.

La delincuencia no perdona, lo mismo ataca sencillas fondas que restaurantes lujosos, todo sin que la autoridad municipal, que encabeza Xavier Nava, pueda garantizar la seguridad de sus gobernados.

Por algo será que San Luis -capital- se encuentra entre las diez ciudades en las que sus habitantes se sienten más inseguros, según la encuesta del INEGI sobre Seguridad Pública Urbana, por encima de Reynosa, Tijuana y Ciudad Juárez.

Ahí la llevan.

LEG