Ángeles levanta la vista de su escritorio y observa la larga fila de clientes que esperan, manteniendo la sana distancia, a ser atendidos por un ejecutivo de cuenta; ella no puede evitar estar nerviosa, pues en las últimas semanas ha atendido a decenas de familiares de pacientes con Covid-19 que, lamentablemente, han fallecido.

Aunque Ángeles está protegida por una careta escudo y un cubrebocas, aún así, cada que pasa un cliente, desinfecta su escritorio y acude al baño a lavarse las manos.

“Mi banco se encuentra al interior de una plaza en la que todo está cerrado excepto los restaurantes que operan sólo para llevar y los bancos. Entonces los guardias no dejan pasar a nadie sin cubrebocas, pero de pronto hay clientes que se los bajan y hay que llamarles la atención, por seguridad de todos”, relata en una entrevista con 24 HORAS.

Hace unas semanas, antes de la pandemia, Ángeles dividía su tiempo en el trabajo entre clientes con algún reclamo, apertura de créditos y cuentas, cobro y contratos de seguros, cambio de afores, entre otros. Ahora, gran parte de su tiempo lo dedica a cancelaciones por fallecimiento y cobro de seguros d vida, la mayoría por Covid-19.

“Los familiares no dicen nada, la mayoría se ven abatidos, pensativos, cabizbajos, pero uno se da cuenta de que falleció el cliente porque en el acta aparece la causa: Covid-19, posible Covid, Sars Covid-2, etcetera”, afirma la empleada bancaria.

La sucursal de Ángeles se encuentra en Iztapalapa, una alcaldía que, al cierre de ayer, encabezaba la lista de contagios en la Ciudad de México, con un acumulado de cuatro mil 28 personas; de ellas, 383 han fallecido.

Además, apenas a unas calles se encuentra la alcaldía Iztacalco, una de las más pequeñas de la Ciudad de México en cuanto a extensión territorial; pese a ello, cuenta con mil 221 casos acumulados, de los cuales 97 han perdido la vida.

Ángeles tiene miedo, miedo a contagiarse ella y, a su vez, contagiar a su esposo y a sus padres, las únicas personas con las que convive que pudieran estar en situación de riesgo ante el Covid, pues sus padres son mayores y su esposo cuenta con sobrepeso.

“También tengo una hermana de 18 años, pero ella no me preocupa, me preocupa que los demás nos contagiemos y no sobrevivamos, ya son varios los conocidos, amigos o vecinos que se han contagiado, algunos de ellos han fallecido”, destaca.

La Ciudad de México prevé que a mediados de junio el semáforo pase del rojo al naranja y se reabran varias actividades económicas en la capital; para Ángeles eso significa que pronto habrá más clientes y, a la vez, más riesgo de contagio.

 

LEG