El Presidente anda a últimas fechas muy, digamos, filosófico. Las mañaneras, que como sabemos son a todas horas, no sirven ya tanto para anunciar planes de Gobierno, aunque también, como para que el líder de nuestros destinos desgrane su idea de cómo debe ser la vida. No la suya, se entiende: la de todos nosotros. Hace un par de días dejó ir una de esas cápsulas de sabiduría que le pone los pelos de punta a medio mundo, y de paso al total del mundo de los inversionistas. Agárrense: “Se debe de buscar una sociedad más justa, más igualitaria y que no haya derroche, que no haya ostentación, que se le baje al consumismo, a las extravagancias, que se disminuya la frivolidad y que México sea un ejemplo de austeridad, de sobriedad, de fraternidad y no de consumo de artículos de lujo, extravagantes”, dijo.

Y pues sí, podría sonar como que al Presidente se le anda antojando una especie de cubanización de la sociedad, o sea, una multiplicación de la pobreza. Pero me parece que nos estamos alarmando sin necesidad, porque hay, por el contrario, varias señales de que la extravagancia y el lujo no necesariamente van a quedar proscritos.

Por ejemplo, puede considerarse una extravagancia tener la cantidad de depas que atesora el clan Bartlett, y ya sabemos que eso está súper bien. De hecho, no está mal apellidarte Bartlett, porque luego te andan cayendo unos contactos rebuenos por aquello de los ventiladores. Ya sé que al final el contrato no cayó sino que se cayó, pero hombre, eso fue porque hubo un escándalo de los sepulcros blanqueados, que malquieren a esa familia de patriotas.

Tampoco está mal el lujo de vivir en un Palacio, el Nacional. Porque ha salido caro: que cerrar Los Pinos, que remodelar el jacalito en el Zócalo para que la familia presidencial esté cómoda, que el costo mensual del jacalito es de seis millones de pesos, que al señor López Obrador y su clan se les acondicionó un depa de trescientos metros. “Hombre, es la familia presidencial”, dirán. “No me parecen cantidades exorbitantes”. Y puede que no. Nada más digo que no es en lo que piensa uno cuando oye que “México debe ser un ejemplo de austeridad, de sobriedad”. Pero ahí no hay bronca.

Como no hay bronca con que uno que otro integrante de la 4T cobre de varias dependencias públicas a la vez: puestito por aquí, clases por allá, televisión pa´completar.

Y es que los lujos se valen, pero no en todas partes. Es cosa de que te pongas, dice el mantra izquierdista, del lado correcto de la historia.

 

                                                                                                                                                   @juliopatan09