En México se registran más de cinco mil muertes por Covid-19, cifra superior a la registrada en China, y el miedo de regresar a las calles a partir del próximo primero de junio, ha comenzado a apoderarse de miles, millones de mexicanos.

 

Mientras para algunos este anuncio dio un respiro, pues podrían comenzar a reactivar su economía, en otros se han encendido las alertas, pues la idea de comenzar a convivir y estar en contacto con muchas personas en el transporte, en el trabajo y en la calle, después de extremos cuidados tras dos meses de confinamiento, genera preocupación.

 

Y cómo no tener miedo, si no sabemos cuántas personas contagiadas hay en el país, pues existe un sub registro de información y la negativa tajante de realizar pruebas y más pruebas para conocer en dónde se está moviendo el virus.

 

Cómo no tener miedo, si los centros de trabajo no están adecuados para tener más de metro y medio de distancia entre uno y otro; cuando el transporte público se satura y no hay espacio ni para un alfiler, cuando a la gente le sigue incomodando usar cubrebocas, pues a decir de las autoridades no es necesario.

 

El miedo y la preocupación de regresar de manera gradual a las actividades a partir del próximo primero de junio, en medio de una pandemia, es legítimo, pues mientras vemos que el número de contagios al día incrementa en más de dos mil casos y las muertes en más de 250, el discurso de reabrir espacios resulta, por decir lo menos, incongruente.

 

Lo único seguro en estos días, es que la pandemia avanza, estamos en el pico máximo de contagios y muertes; y no se vislumbra una estrategia certera de las autoridades.