Por Marina San Martín Rebolloso

Ante la medida preventiva de quedarnos en casa para contener la pandemia del COVID-19, se suspendieron las clases presenciales en las instituciones educativas del país.

Para intentar continuar con los ciclos escolares, las y los estudiantes, las madres y los padres de familia, las y los docentes, las autoridades y directivos se han tenido que adaptar a nuevas formas de enseñanza, empleando tecnologías de la información y comunicación (TIC), como el uso de plataformas electrónicas.

Así por ejemplo, la Secretaría de Educación Pública (SEP) echó a andar el programa “Aprende en Casa por TV y en Línea” dirigido a preescolar, primaria, secundaria y bachillerato. En las universidades, las y los maestros siguieron impartiendo sus asignaturas de forma virtual.

En el INFO de la Ciudad de México estamos promoviendo, con mayor intensidad, el uso de herramientas de capacitación a distancia, para que las y los servidores públicos sigan preparándose en los derechos de acceso a la información y de protección de datos personales.

Parte de los hechos que ha puesto en evidencia esta crisis sanitaria, es la necesidad de repensar la aplicación de las TIC para desarrollar distintos campos como la salud, la seguridad, el trabajo, las finanzas, el comercio, y por supuesto, la formación.

Entre los desafíos que tienen los Estados en la implementación de nuevas tecnologías están vencer las brechas de desigualdad de acceso; pero, aun garantizando éste, se requiere combatir el analfabetismo digital.

De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el año pasado, 4,1 mil millones de personas usaban Internet. Si bien en los países más desarrollados cerca del 87% de los individuos está en línea, en los países en vías de desarrollo solo lo está el 19%.

Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) del INEGI, en 2019, el 70.1% de la población en México de seis años o más utilizó Internet (80.6 millones). En cuanto al tipo de uso de la red, el 83.8% lo ocupó en apoyar la educación y la capacitación.

La educación digital no consiste en trasladar los esquemas tradicionales y presenciales a las plataformas en línea, sino en descubrir nuevas formas de enseñanza y aprendizaje en el espacio virtual.

La UNESCO señalaba, desde 2013, seis características para los proyectos digitales de formación: i) personalizar la oferta educativa, incorporando las diferencias e intereses del alumnado; ii) focalizar los esfuerzos en los resultados de aprendizaje; iii) superar los límites de los tiempos y espacios escolares; iv) desarrollar nuevas experiencias para aprender con nuevas estrategias y recursos; v) construir de forma colaborativa el conocimiento; y vi) gestionar dicho saber con base en evidencia.

La preparación de las y los profesores debe cambiar para que sepan cómo usar las plataformas digitales y ser capaces de guiar el proceso de estudio. A su vez, las y los estudiantes deben aprender a sacar ventaja de ellas.

La cuarentena ha mostrado la importancia de aprovechar las TIC como habilitadoras de derechos, como la educación; sin olvidar que éstas no deben someterse a ellos, sino facilitar su ejercicio.

Como afirmó Benjamín Franklin “no hay inversión más rentable que la del conocimiento”.

Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO) twitter: @navysanmartin