Pionero en el común de los terrenos, capaz de adelantar al resto gracias a su elevada capacidad de planeación, Alemania será el primero en poner a rodar el balón de vuelta.

A diferencia de lo que muchos pensaron en marzo, cuando las ligas fueron cayendo como fichas de dominó a causa del Covid-19, el regreso no será porque la normalidad esté recuperada, ni porque se logró erradicar el índice de contagios y fallecimientos, ni porque haya emergido una vacuna hoy acaso tan remota como entonces. El regreso de la industria del deporte va a ser adaptándonos a las diminutas rendijas, minúsculas grietas, que cede la pandemia.

La Bundesliga plantea retomar su torneo en dos semanas. Para tales fines ha diseñado un proyecto que limita a menos de 300 asistentes por juego, contando futbolistas, entrenadores, árbitros, camarógrafos, periodistas, dirigentes, elementos de seguridad. Se ha definido un diagrama que divide los estadios en tres zonas del todo aisladas y limita a 100 individuos a cada una de ellas. Los 300, aunque suene a película de héroes espartanos, serán sometidos a análisis dos días antes del cotejo. A partir de la prueba no podrán interactuar con nadie ajeno, generando así en cada cancha un universo cerrado y estéril.

Todo suena de maravilla, aunque existe un problema. Que para analizar a tanta gente harán falta al menos 5,400 pruebas por cada jornada de Bundesliga y Zweite Liga (primera y segunda categoría). Asumiendo que, por el caos del calendario, tiende a disputarse una fecha cada 3 ó 4 días, se requerirán 10,800 pruebas semanales, sin incluir las que realice internamente cada club… y Alemania dispone de 640 mil pruebas por semana.

Así que, por emocionados que estemos por observar futbol en vivo y por mucho que represente la reanudación de la Bundesliga para la moral alemana o mundial, debemos reconocer que un futbolista o camarógrafo, sin siquiera presentar síntomas o riesgos, no puede ir por delante en la prioridad para ser acreedor a un test. Dicho lo cual, para que Bayern, Borussia, RB Leipzig, Schalke, Gladbach, Hoffenheim, Leverkusen, nos deleiten de nuevo, hará falta que sus dirigentes compren sus propios análisis, sin producir un hueco en los de por sí insuficientes que tiene el sistema de salud de su país.

Es el único camino. Las finanzas de los clubes habrán de aprender a vivir, sobrevivir o malvivir, sin lo que les aporta la venta de boletos y demás artículos al interior de sus gradas. Tanto demostraron en los últimos años que los relevantes eran los televidentes y no los espectadores presenciales, y ahora el destino los ha inclinado a que deje de ser opcional: todo TV.

El Borussia Moenchelgladbach, por ejemplo, ha consumado una espléndida campaña en la que ofrece a sus aficionados colocar su foto en tamaño real en cada grada, a cambio de unos 19 euros. Así, cuando esto reanude, sus futbolistas estarán rodeados de ese apoyo simbólico, de las caras de siempre. El monto pagado se destina a apoyar causas vinculadas con esta pandemia.

La Bundesliga emprenderá el proyecto piloto del más ansiado de los retornos en la historia del deporte. De ahí saldrán lecciones para competiciones con circunstancias distintas como Fórmula 1, Grandes Ligas de beisbol, postemporada de NBA, Champions League, el resto de los certámenes futboleros, la NFL llegado septiembre.

Por vueltas que demos, los factores imprescindibles serán dos: aislar a los implicados y analizarlos con enorme frecuencia. Sólo así habrá otra vez futbol.

 

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