Con un traje quirúrgico, cubrebocas, guantes de látex y protección ocular, Claudia identificó el cuerpo de su padre Francisco Santoyo Hernández, quien falleció por Covid-19 en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

Una vez que la mujer reconoció a su papá, personal médico la turnó a una funeraria que cuenta con los protocolos del manejo de cuerpos con coronavirus, donde fue incinerado, y a la familia no se le permitió velarlo.

Ricardo Valdez, cuñado de la víctima, comentó a 24 HORAS que antes de que Francisco ingresara al nosocomio, se despidió de sus dos hijas expresándoles: “No salgo de ésta”; y a su esposa al salir del domicilio le dijo que no regresaría.

Indicó que permaneció 12 días en terapia intensiva, intubado boca abajo para no presionar los pulmones y la información de su estado fue vía telefónica.

“Sólo acudió mi sobrina, cuando le pidieron que compraran diversos medicamentos que costaron alrededor de 40 mil pesos, y el miércoles (pasado) que falleció les llamaron para decirles que tenía que acudir una persona para reconocerlo y que nadie más lo vería”, manifestó Valdez en una entrevista con este diario.

Recordó que su cuñado acudió primero al Hospital General Regional 196 del IMSS –a la altura de Plaza Aragón– a finales del mes de marzo:

“Le practicaron la prueba y le dijeron que en dos días le darían respuesta, pero luego le llamaron para comentarle que el resultado estaría en siete días y optó por acudir al Zubirán; llevaba más de10 días en su domicilio”.

Valdez manifestó que al llegar al Instituto Nacional su familiar ya presentaba problemas más severos de respiración.

Su último trabajo fue de conductor de Uber y tres semanas antes de enfermarse regresó la unidad al dueño, quien se realizó el examen al igual que sus consanguíneos y resultaron negativos.

LEG