La sociedad que no pertenece a la primera línea de atención del Covid-19 puede dividirse —a grandes rasgos, siempre hay excepciones— en dos grupos: primero, quienes han guardado la cuarentena y permitido, por ejemplo, la baja en la afluencia citadina; luego, quienes ignoran las medidas de prevención y hay un subgrupo de quienes han expresado odio contra trabajadores de Salud.
Los casos de intolerancia abundan. A nivel nacional, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) reportó que, entre el 18 de marzo y el 9 de abril, hubo 44 denuncias de médicos, enfermos y residentes de las principales instituciones en la materia. La CNDH reveló  que la mayoría de los casos refieren la obligación de asistir a trabjar, aunque se pertenezca a un grupo de riesgo (obesidad, diabetes, entre otros).

Sonora, San Luis Potosí, Jalisco, Tamaulipas y Yucatán son algunas entidades donde se ha agredido a los trabajadores médicos. Son actos que resisten la obligación de respeto, cuidado y reconocimiento a los “camilleros, enfermeros, médicos y especialistas”. Todos podríamos necesitar su ayuda.
Las cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), otro organismo cuyo papel es fundamental durante la pandemia, coinciden con los de la CNDH: de las 86 quejas por Covid-19, la mayoría son por la obligatoria asistencia laboral de grupos de riesgo —en el que se cuentan también elementos médicos—, según ha revelado su titular, Mónica Maccise.
Hay quejas que van del despido injustificado, a la discriminación y la violencia física por padecer la enfermedad, tener síntomas o contacto con personas enfermas.

Sorprendentemente, la discriminación existe en el núcleo donde menos se le imaginaría: lo demuestra el caso de una enfermera que atiende los cuadros de Covid-19 y es segregada por sus propios compañeros de trabajo.  A otros se les priva de derechos básicos, como el transporte público o la entrada a su propio hogar, algo que han atendido bien el Ejecutivo local y la iniciativa privada con la disposición de cuartos de hotel para trabajadores de Salud.

Las instituciones y sociedad civil debemos desde hace semanas reconocimiento al personal médico: cuidan de los grupos vulnerables, atienden a quienes están en el primer nivel de riesgo. La ausencia de respeto colectivo e individual al trabajo de quienes brindan servicios esenciales debe denunciarse, desde la víctima o del testigo, ante organismos como el Conapred, la CNDH o el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.

Sólo con un frente común de sociedad, autoridad e iniciativa privada, podrá paliarse la crisis económica y sanitaria. Las palabras de Maccise lo indican: la mayor discriminación que vive el personal médico son agresiones directas, lesiones, y esto es un delito.

Todos aquellos que tienen como objetivo procurar el bienestar del país, lo han dicho: ellos, el equipo médico, serán los héroes de esta historia; ellos salvarán y al merecido reconocimiento deben acompañar los instrumentos del blindaje colectivo y los de la ley.

 

                                                                                                                                    @guerrerochipres