En el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), reconocemos la necesidad imperativa de reducir las desigualdades sociales y regionales, combatir la pobreza, la impunidad y la corrupción. También estamos convencidos de que no hay combate a la desigualdad ni política pública social que sean sostenibles en el largo plazo sin crecimiento económico. No puede distribuirse una riqueza que no se ha generado.

 

En el IMEF estamos convencidos de que los modelos redistributivos basados fundamentalmente en la intervención del Estado tradicionalmente no han funcionado y han terminado por generar distorsiones que atentan contra el crecimiento y la estabilidad de la economía.

Nuestro país atraviesa desde el año pasado por un período de estancamiento económico explicado principalmente por una importante reducción de la inversión pública y privada derivada de un entorno general de incertidumbre. El producto interno bruto se contrajo en -0.15% a tasa anual, al tiempo que la inversión fue el componente más afectado registrando una caída de -4.9%. Asimismo, destacó la fuerte desaceleración del consumo privado, con un crecimiento incipiente de 0.6%.

En este sentido, destacamos la caída de -5% en la construcción, mientras que los servicios sólo crecieron 0.4%.

Durante el primer trimestre del año, los indicadores de la economía mexicana siguieron mostrando señales claras de debilidad. El indicador mensual de actividad económica (IGAE) mostró una disminución de 0.8% a tras anual, lo que se suma a indicadores más adelantados, como el Indicadores del IMEF. Al mes de marzo,
dicho Indicador anticipa una recesión de intensidad al menos equiparable a la sufrida en 2009, aunque en esta ocasión el sector más afectado será el no manufacturero, integrado por empresas del sector servicios y comercio.

Por lo anterior, se espera que esta recesión tenga un mayor impacto sobre el empleo.

Adicionalmente, la economía mexicana se ha visto fuertemente impactada por dos choques externos, la propagación del virus COVID-19 y la reducción del precio internacional del petróleo, en el contexto de una profunda recesión económica internacional que apenas inicia. El IMEF estima preliminarmente que, durante el
año 2020, la economía mexicana se contraerá en al menos -4% y se perderán más de 200 mil puestos de trabajo.

 

En este contexto, el IMEF ha presentado diversas propuestas y ha insistido durante las últimas semanas en la urgencia de que el gobierno instrumente apoyos directos, suficientes y oportunos a las empresas para atenuar el impacto sobre el empleo y sobre el bienestar de miles de familias mexicanas. Muchas PyMEs ya están resintiendo la caída en sus operaciones y ventas, y ven amenazada su subsistencia.

Consideramos que los apoyos anunciados hasta el momento por el gobierno federal para enfrentar la situación de emergencia son insuficientes y no reflejan una estrategia integral y efectiva para atacar de frente las causas del deterioro en la actividad económica, lo que eventualmente podría tener también un impacto en
materia social en México. El país enfrenta una circunstancia de emergencia que requiere de medidas extraordinarias.

Más aun, vemos con preocupación que el modelo de desarrollo seguido por la actual administración muestra una debilidad estructural fundamental que no ha sido resuelta ni reconocida.

 

En el ámbito de las finanzas públicas, la elevación de los programas sociales a nivel constitucional ha reducido grados de libertad al gobierno para actuar con flexibilidad ante choques como el que está viviendo el mundo en estos momentos.

 

Las medidas anunciadas, tales como los menores gastos en publicidad y una nueva reducción de sueldos de los funcionarios públicos tendrán un impacto muy marginal en el balance de cuentas públicas y se corre nuevamente el riesgo de generar una desmotivación importante que reducirá la efectividad de sus funciones y podría provocar una nueva fuga de talentos de las estructuras gubernamentales, incluyendo en el sector salud.

En lo referente a la generación de ingresos, en un escenario de severa contracción económica en el 2020 y de crecimiento reducido a partir del próximo año, prevemos una mayor dificultad para generar los ingresos necesarios por la vía impositiva, especialmente considerando que las condiciones de incertidumbre para la inversión se han prolongado e incluso agravado ante eventos como la cancelación de la inversión de Constellation Brands, la continuidad de obras de infraestructura de dudosa rentabilidad social y la falta de medidas contundentes para enfrentar la recesión que inicia.

La utilización de los recursos del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios solamente permitirá cubrir parte de los requerimientos financieros del sector público en el 2020. Para el año próximo los recursos se habrán agotado.

 

Lo mismo ocurre con la utilización de los recursos de los fideicomisos públicos, que además de ser instrumentos de desarrollo, son recursos de una sola vez.

Adicionalmente, la canalización de más recursos a PEMEX en el contexto actual de sobre oferta petrolera, precios reducidos y acceso al crédito en condiciones menos favorables por la reducción en la calificación de la empresa, generarán presiones adicionales sobre las finanzas públicas.

 

Ante esta situación, es imperativo y urgente generar condiciones para una rápida recuperación de la economía mexicana de la recesión global y más aún, para generar condiciones mínimas de crecimiento y bienestar durante los próximos años sin acudir de manera importante al endeudamiento o sin deteriorar las finanzas públicas a un nivel que atente contra la estabilidad macroeconómica de México en
el mediano plazo.

 

Para fomentar un crecimiento económico con enfoque social que sea efectivo y sostenible en el largo plazo, que permita la generación de empleos que el país requiere, es necesario promover la participación de todos los sectores de la sociedad trabajando en sincronía y unidos a través de objetivos comunes.

México requiere urgentemente de una conversación colectiva y con la participación de todos los sectores sobre el modelo de desarrollo que permitirá llevar al país hacia mayores niveles de bienestar y justicia en el mediano y largo plazos. Dicha conversación debe partir de una visión estratégica común, de objetivos
compartidos, sin distinciones partidarias. En el IMEF, estamos dispuestos a contribuir en este diálogo.

 

En este contexto y desde una perspectiva propositiva y de participación colectiva, el IMEF destaca la relevancia de la gestión financiera empresarial para el impulso del crecimiento económico con generación de empleos y enfoque social. El impacto positivo que las empresas pueden tener sobre el desarrollo de las personas, de las comunidades y de las regiones, a través de la inversión y de una gestión empresarial y financiera responsables, son la alternativa más viable para la recuperación del crecimiento económico con responsabilidad social.

 

DAMG