En plena crisis global por el Covid-19 y cuando el uso del agua es más indispensable para el lavado constante de las manos -una de las principales recomendaciones del Sector Salud a la población-, las protestas por el desabasto del vital líquido regresan a las calles de la Ciudad de México.

Los problemas se combinan, ya que esta primavera está pronosticada que será con altas temperaturas, superior a la situación que se vivió el año pasado cuando la capital del país entró a emergencia ambiental debido a la mala calidad del aire que originaron los incendios forestales, los cuales alcanzaron en toda la República la cifra de 7,410 siniestros y afectaron una superficie de 633, 678 hectáreas.

El fenómeno de desabasto se viene arrastrando desde hace más de 30 años en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (también conocido como el Valle de México). Las fugas de agua en la redes ha sido un problema que no se ha resuelto, y por ahí se pierde el 45% del abasto.
Además, los cuatro acuíferos que aportan agua al Valle de México se encuentran sobreexplotados: Zona Metropolitana de la Ciudad de México, Chalco-Amecameca, Texcoco y Cuautitlán-Pachuca. Y el que prácticamente está agotado es el de Texcoco con un porcentaje de sobreexplotación de casi el 860%, y el que le sigue es el que abastece a la capital del país con 300% de excesiva extracción de agua.

Los ingenieros hidráulicos ya han lanzado la alerta: la extracción anual en el acuífero de la ZMCM es de 1,226 millones de metros cúbicos de agua, y la recarga media en el mismo periodo se estima apenas en 513; o sea, la extracción es de 2.4 a 1. Los expertos afirman que de este acuífero se extrae 240% del agua, lo cual representa una situación alarmante, lo que acelera el agotamiento de esta fuente de abasto subterránea.

Vale recordar que el mes de enero pasado alcanzó las temperaturas más altas en los últimos 104 años, desde que se lleva a cabo este tipo de registros, y de continuar esta tendencia para fines de siglo se tendrán temperaturas hasta 4 grados más altas.
En nuestra columna de la semana pasada destacamos que, investigadores de la UNAM, prevén que por el crecimiento descontrolado de la mancha urbana en la CDMX para el 2060 se alcanzarán en la región 3 grados más de temperatura, pues tendremos menos áreas verdes, más pavimento y concreto. Y obviamente, la recarga al acuífero será mucho menor.
Hoy, en plena contingencia por el coronavirus Covid-19, la población necesita agua, pero al menos en 10 alcaldías (de las 16 que tiene la CDMX) el servicio de abasto es deficiente, y el líquido se proporciona mediante el tandeo. Alrededor de 360 colonias (con un población estimada en casi 2 millones de personas) enfrentan sistemáticamente el desabasto. Y lo más agudo de este problema lo padecen los habitantes de Iztapalapa, Tlalpan y Magdalena Contreras.
El agua es vital para la salud, para el bienestar y la calidad de vida, de lo contrario las consecuencias serán drásticas y con un alto impacto social y económico.
Lamentablemente no hemos aprendido la lección y hoy estamos en una severa crisis: el Covid-19, altas temperaturas (donde también el cambio climático impacta) y con desabasto.
Esa es la realidad, y las soluciones que nos ofrecen las autoridades es el abasto de agua por pipas. Se nos va el ansiado desarrollo sostenible.

Estamos en el Decenio Internacional ¨Agua para el Desarrollo Sostenible¨ 2018-2028, que impulsa la ONU, por ahí habría que enfocar el rumbo a largo plazo para lograr las metas de acceso al agua, saneamiento de las aguas residuales y su reúso.

Urgen acciones de todos lo actores, sean institucionales y sociales, para mantener los bosques y los servicios ecosistémicos que brindan a la biodiversidad.

 

                                                                                                                                              @Habitat_ARamos