Repetimos la frase “sin precedentes”, como si lo que hoy vivimos nunca lo hubiera vivido ninguno de nuestros ancestros.

Una crisis económica en Europa calificada como “sin precedentes”, llevó a que en 2011 Michel Platini se inventara la Eurocopa en trece naciones sede para el año 2020. España, Italia, sobre todo Grecia, padecían niveles de desempleo e incertidumbres financieras que iban saltando todas las fronteras. Por ello, Turquía fue la única que se presentó como candidata a albergar la Euro 2020, para colmo en ese momento con protestas masivas contra el régimen de Erdogan, tiempos de la Primavera Árabe.

Así que Platini, por entonces titular de la UEFA, tomó como pretexto que el certamen continental cumpliría sesenta años y formuló una competición con múltiples anfitriones.

Imposible sospechar que lo que en ese momento era visto como sin precedentes, se toparía ya en el año de la Eurocopa con circunstancias todavía más atípicas: por primera vez la posposición, cómo pensar en aficionados saltando entre doce países (de los trece inicialmente elegidos, Bélgica renunció por demoras en el estadio de Bruselas), cuando hoy es imposible que la gente salga de casa e incluso la Unión Europea ha cerrado sus puertas.

Lo de “sin precedentes” lo mismo nos lleva al recuerdo de una pandemia muchísimo más inenarrable y sus efectos en el deporte. En 1918 se dio la Gripe Española, bautizada así no por provenir de ese sitio. Sucedió que España, siendo neutral en la Primera Guerra Mundial que en ese instante se peleaba, sí divulgó sus cifras oficiales de contagios y muertes a causa de la enfermedad. Algo a lo que se negaron británicos, alemanes, estadounidenses, otomanos, franceses, para no golpear la moral de sus tropas en combate.

La Spanish Flu impidió que la temporada 1919 de hockey sobre hielo en Norteamérica consagrara a un campeón. En la base de la Copa Stanley de la NHL aparecen inscritos los monarcas campaña a campaña. En el caso de ese año figuran los nombres de los dos finalistas y el enunciado “serie no completada”. Sucedió que, a unas horas del cotejo definitivo, cinco jugadores de los Canadians de Montreal se contagiaron, convalecientes con 40 de temperatura. Uno de ellos, el defensa Joe Hall, moriría. Al considerarse coronar por default a los Metropolitans de Seattle, ya que el rival no pudo comparecer, su entrenador desistió: imposible ser campeón en medio de tal tragedia. Así que el título quedó sin dueño.

Por esas fechas se canceló un clásico Real Madrid-Barcelona, como revelan las investigaciones del gran historiador español, Fernando Arrechea. Según puede leerse un encabezado de la época: “CREEMOS que la gripe va a acabar con el futbol”. A eso se añade el relato de la visita a las instalaciones merengues del presidente blaugrana, Joan Gamper, con un justificante médico para que el duelo no se realizara. Ahí se leen los nombres de los seis elementos del Barça contagiados, incluido el que sería máximo goleador de la institución hasta la llegada de Lionel Messi, el célebre Paulino Alcántara.

Es una realidad que, si no se anularon más compromisos deportivos, fue porque la Primera Guerra Mundial ya lo había hecho. Se estima que una cuarta parte de la población mundial contrajo Gripe Española y que la cantidad de muertes pudo superar la espeluznante cifra de 50 millones de personas.

Así que eso de andar diciendo que “sin precedentes”, carece de sentido. Sin precedentes, sí, para nuestros días, con nuestra tecnología, con lo invencibles que tan equivocadamente nos hemos llegado a sentir, armados por un teléfono inteligente.

Twitter/albertolati

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