GABRIELA DELGADO

La cuarentena voluntaria u obligatoria en México apenas comienza y yo ya estoy temblando de miedo. Mi preocupación no es que no haya podido ir a comprar mis 5 paquetes de papel higiénico, que en el supermercado de la esquina parece que ya casi no hay nada o, que algunas personas siguen su día y sus eventos públicos como si no pasara nada.

Mi preocupación es diferente. Abro mi whatsapp y en el grupo de mis tías ya enviaron 15 videos con todo tipo de consejos, precauciones y mensajes que se contradicen entre sí. En Facebook el panorama es más o menos similar y pienso ¿qué vamos a hacer ahora que tenemos más tiempo para escribir y leer? ¿Por fin veremos los videos de 8 minutos que me mandan por whatsapp? No les pasa que a veces parece que ante tanta información, muchas veces errónea, incompleta, o por lo menos repetitiva se genera una sensación de intranquilidad.

Y es que con la pandemia del Coronovirus estamos experimentando otro fenómeno: La Infodemia, ese exceso de información alrededor de un virus desconocido y que genera cualquier cantidad de especulaciones al respecto.

La información puede ser tranquilizadora si se basa en hechos. A menudo es la intolerancia a la incertidumbre lo que amplifica la ansiedad en lugar del miedo a la enfermedad misma. Por lo que requerimos fuentes confiables y fidedignas de información para calmar esto.

En la era de la saturación de información, hace falta finura para tratar el coronavirus sin perder la cabeza. Y nosotros los usuarios, que estamos pegados al teléfono celular sin dejar de informarnos compulsivamente tenemos que hacer lo nuestro también. Esa necesidad de sentirnos informados hace que no soltemos el celular 24- 7, que saquemos al microbiólogo que todos llevamos dentro y que queramos opinar cual expertos en la materia.

En este momento en el que los usuarios somos los que “curamos” nuestros propios contenidos y en palabras de Michael Bhaskar, tenemos “el poder de la selección en un mundo de excesos”, hace falta hacer un alto de vez en cuando y sobretodo en momentos de tanta incertidumbre.

Si le pedimos a los medios responsabilidad al comunicar, es ahora cuando nosotros los usuarios en nuestro papel de prosumers tenemos que ser igualmente responsables. En la incertidumbre y desconcierto, el exceso de información necesita nuestra prudencia. Hoy más que nunca debemos ejercitar el pensamiento crítico para discernir lo que leemos, no se vale leer solo los encabezados y no corroborar las fuentes y el contexto de lo que se lee o se ve.

Necesitamos detenernos para revisar qué compartimos, qué decimos e incluso a quién seguimos. Pensar si lo que posteamos, escribimos o reenviamos en nuestras redes sociales es información útil para estar prevenidos, o por el contrario colabora a la generación de pánico y estrés. Observar si otros no lo han dicho y si verdaderamente aporta algo a la discusión o a la información.

La prudencia está necesariamente relacionada a la empatía, a esa capacidad de sentir y pensar con y por los otros ¿Hago un bien publicando, reenviando o posteando esto?

Me parece que el gran reto de esta maravillosa era de la información, será la capacidad de los usuarios de estar en contacto con la información y poder decir (en una versión actualizada de Descartes), algo así como “pienso, luego reenvío”.