Siempre es difícil medir qué tanto ha aumentado o disminuido la corrupción en un país, y lo es mucho más cuando el único parámetro de medida es la palabra de un Presidente que basó su campaña en acabar con eso, la corrupción, y que no ofrece un número, o una evidencia, o una evaluación de algún organismo externo.

Así que lo único que nos queda a nosotros, ciudadanos de a pie, mexicanos del común, humildes votantes, es hacer preguntas que por otro lado nadie contestará. Preguntas como estas:
¿Qué tanto o qué tan poco se parece a la corrupción una investigación como la que la Secretaría de la Función Pública le hizo al licenciado Bartlett, bastante más fodonga que, digamos, las de Virgilio Andrade en el sexenio pasado, (y ya es decir)? En otras palabras: el influyentismo, el cuatismo, la manga ancha con los de casa, el trato VIP a los correligionarios, ¿son o no formas de la corrupción?

¿Y en el caso de Mireles, que recibió cinco días de suspensión, repito, cinco, por usar términos como “nalguitas”, a cargo de la misma secretaría, la comandada por Irma Eréndira, la Implacable, Sandoval, una tremenda feminista?
¿Y las adjudicaciones directas, que han provocado una verdadera efervescencia de empresas creadas ex profeso, hasta sumar 171?

¿Y lo del dejar hacer, dejar pasar de Ana Gabriela Guevara con las “irregularidades” –disculpen el eufemismo– en Conade?

¿Y lo de Alfonso Romo, el Señor de los Cenotes?
¿No es una forma de corrupción cobrar un salario de dineros públicos por una chamba que simplemente no sabes hacer, como en los casos de –menciono solo algunos por falta de espacio y para no deprimirlos taaaaaanto– Octavio Romero y Rocío Nahle (lo de los 65 mil millones de dólares de sangría en Pemex son su última bendición a este noble país), Alcocer en Salud, Durazo en Seguridad? ¿No lo es el nombramiento de Rosario Piedra en la CNDH? (Porfa, no nos salgan con que la Comisión es autónoma).
Viéndonos a los ojos, por enésima vez la misma pregunta: ¿de veras todo bien con Napito? Neta: ¿no hay nada estridente en los espaldarazos a Cuau, a Velasco? ¿No hay algo inescrupuloso en aplaudir la gestión de Cuitláhuac en Veracruz?


Son solo preguntas, pero preguntas interesantes. Porque este era el fuerte de la 4T, que en lo cuantificable –el crecimiento económico, los resultados de Pemex, la violencia en general, los feminicidios en concreto– no tiene nada, pero nada que presumir. Vaya, que alguien con mala voluntad podría decir que nos quieren ver la cara. O peor: que ya nos la vieron.

                                                                                                                                  @juliopatan09