Imagínese que el protocolo de actuación ante un sismo fuera: tranquilo, no se preocupe por ponerse en un lugar seguro donde no le caiga algo en la cabeza. No se mueva, total, va a pasar el temblor y como no somos iguales, no nos va a pasar nada con un terremoto.

 

Esa parece ser la estrategia de la 4T ante el movimiento telúrico de fuertes dimensiones que ahora mismo azota al mundo financiero y que apenas el fin de semana y este lunes tuvo sacudidas con altos niveles de devastación de los activos.

 

Estamos esperando que haya normalidad y tranquilidad, que tengamos estabilidad económica y financiera, esa es la estrategia gubernamental descrita por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

 

Nada de planes contingentes, nada de recortes al gasto, nada de hacer algo.

 

Debemos entender que el escenario económico y financiero que teníamos hace apenas un mes ya cambió.

 

Ya era lo suficientemente preocupante saber que no creceríamos ni siquiera al 1% este año. Pero al menos gozábamos de una paridad estable, impulsada por los altos premios que daban las tasas de interés, y un precio del petróleo estable.

 

Ese escenario ya cambió. Y no podemos esperar a que por gracia divina se calmen los mercados. Ese es un error grave para las finanzas del país y para las finanzas personales.

 

Tomar precauciones no es de un gobierno conservador y neoliberal, es de un gobierno responsable.

 

No tomar medidas de estabilidad financiera y enviar menSajes de tranquilidad a los agentes económicos es una omisión muy grave.

 

Ojalá el Banco de México sí tenga la entereza de mandar mensajes claros de responsabilidad monetaria y pondere los riesgos inflacionarios que puede implicar la depreciación cambiaria y al mismo tiempo haga bien sus cálculos sobre cuánto pueden bajar las tasas de interés para apuntalar la actividad económica que claramente se dirige a marcar un segundo año consecutivo sin crecimiento.

 

Por lo pronto, en el bolsillo hay que tomar precauciones que pueden ayudar a transitar con menos problemas estos episodios volátiles.

 

Algo elemental es no querer jugar al especulador, por ejemplo, con el tipo de cambio. Si alguien sale corriendo a comprar dólares en 21.50, como estaban ayer en las ventanillas, es muy probable que sea una apuesta que no le deje ganancias, al contrario.

 

Es momento de tener un cuidado especial con el crédito al consumo. Préstamos de nómina o tarjetas de crédito merecen hoy un extra de responsabilidad antes de usarlos.

 

Esta es la temporada perfecta para no dar pretextos laborales para ser despedidos y cuidar las fuentes de ingreso.

 

No. Lo que vemos ahora en los mercados no es un episodio que puede pasar sin dejar huella en la actividad económica del país. No podemos sentarnos a esperar a que pase, como propone la 4T, sin tener planes de contingencia en caso de que esto que vemos en los tan aparentemente tan lejanos y ajenos mercados financieros se traspase a la economía de carne y hueso.