Alonso Tamez

El próximo presidente de México debe ser alguien que rechace los extremos del populismo divisivo y del “elitismo tecnocrático”. Las repercusiones de lo primero las estamos viviendo con López Obrador. Su discurso nos divide en dos bandos, “conmigo o contra mí”, y lo usa para minimizar la legitimidad de sus rivales. Esto es una actitud contraria al pluralismo que México ha intentado implementar desde finales de los 70.

Asimismo, el populismo tiende a simplificar los grandes problemas; por ejemplo, diciendo que cualquiera se resuelve “erradicando la corrupción”. Pero que este discurso ilusorio haya tenido un gran éxito no es casualidad. Desde inicios de los 80, un sector de la izquierda empezó a tachar de “tecnocráticos” todos los esfuerzos, exitosos o no, para reformar al Estado después de la crisis de la deuda de 1982, con López Portillo.

El argumento parecía verdadero, ya que, a principios de esa década, con Miguel de la Madrid, se dio un cambio en las élites políticas. Se transitó de un servicio público altamente ligado al PRI, sin importar mucho el perfil laboral-académico, a uno de perfiles altamente especializados, sobre todo en áreas económicas y financieras.

Si bien parecía el camino correcto para un país en quiebra, esa parte de la izquierda logró hacer de “tecnócrata” una palabra tóxica. De igual manera, la corrupción en los sexenios de Carlos Salinas de Gortari y de Enrique Peña Nieto, con su buena dosis de perfiles que encajaban en el molde “tecnocrático”, terminaron de enlodar el término.

Como menciona el Dr. Bill Galston, del Instituto Brookings, el populismo divisivo y eso que la gente percibe como un “elitismo tecnocrático” (algo más difícil de detectar que una actitud populista) son “deformaciones” (2018, p. 4) de la democracia liberal.

Por lo mismo, el próximo presidente debe desligarse de ese populismo que, en el fondo, designa a unos como más mexicanos que otros, según le convenga. Pero también de aquello que la gente hoy etiqueta como “tecnocracia”. Lo primero debe rechazarse por completo, pero lo segundo debe empacarse en una nueva envoltura, porque México necesita del servicio de los mejores y los más brillantes. No solo de ellos, claro está, pero sí los requerirá para arreglar lo que este sexenio descomponga.

@AlonsoTamez