El pasado 9 de marzo, México vivió #UnDíaSinMujeres. Un día de vacío y desconcierto por un cambio en las dinámicas que damos por sentadas. Un día para hacer sentir indignación colectiva y sofocación al respirar el aire, al menos durante 24 horas, por cada niña o mujer asesinada, acosada, amenazada, maltratada, violada, juzgada, humillada, desaparecida y destruida con extrema crueldad solo por su género.

 

De acuerdo con el INEGI, en 2018, 10 mujeres fallecieron diariamente por agresiones intencionales. Los datos destacan que las mujeres son asesinadas con mayor violencia, pues 3 de cada 10 fueron estranguladas, ahogadas, quemadas, golpeadas con algún objeto, o heridas con un arma punzocortante, frente a 18.3% para el caso de los hombres.

 

El Reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública sobre información de violencia contra las mujeres, muestra que, entre 2015 y 2019, el delito de feminicidio se incrementó un 138%, al pasar de 411 a 980 reportes.

 

Los crímenes contra Valeria, Íngrid y Fátima marcaron un punto sin retorno en esta movilización contra estos actos de brutalidad, cuyo fin debe entenderse en su justa dimensión, trascendiendo ideologías partidistas y posturas gubernamentales, sin intentar capitalizarla de ningún modo, pues se trata de un problema de suma gravedad que a todas y todos lastima y afecta, que se combina con otros de igual magnitud como la desigualdad, la inseguridad, la corrupción y la impunidad, en un espiral que parece no tener salida.

 

La fuerza de este movimiento pacífico fue capaz de mostrar un poder colectivo principalmente de las mujeres, pero también de los hombres que se sumaron, más allá del discurso, porque están convencidos de su relevancia y actúan en congruencia.

 

Esta iniciativa logró tal empatía que múltiples instituciones públicas y privadas -entre ellas el INFO de la Ciudad de México- manifestamos nuestra solidaridad y respeto a la libertad de las mujeres que quisieran participar.

 

#UnDíaSinNosotras representó una protesta para cimbrar la conciencia social con nuestra ausencia voluntaria de las oficinas, escuelas y actividades diarias. Fue un llamado para darnos cuenta de lo qué pasaría si nosotras no existiéramos. Fue una acción para visibilizar y rechazar actos intolerables a los que la sociedad no debe acostumbrarse y resignarse. Fue una sacudida a un país para hacerlo reaccionar de su parálisis frente a tanta violencia por género, cada vez más creciente, normalizada y generalizada.

 

Los datos corroboran tan crudo contexto, pues en 2018, México ocupó el lugar 74 entre 189 países, en el Índice de Desigualdad de Género del PNUD.

 

En el Índice Global de Paz y Seguridad de las Mujeres 2019-2020, del Instituto de Georgetown, que mide su bienestar en el mundo en tres dimensiones: inclusión; justicia y seguridad, colocó a México entre los países con mayor deterioro en la clasificación, al caer 27 lugares -desde el índice de 2017- hasta el lugar 103, entre 167 países.

 

Después de #UnDíaSinNosotras que puso el dedo en la llaga ¿qué sigue? pues un día no resuelve el problema por arte de magia. Su poderoso efecto no debe diluirse sino traducirse en acciones para erradicar la violencia y para hacer de la igualdad una realidad, donde niñas y mujeres vivan sin miedo, libres y seguras, no un día sino todos los de su vida.

 

*Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO).

Twitter: @navysanmartin

 

MGL