Lo importante es saber qué debe ser observado

Edgar Allan Poe

Ya debe saber por experiencia que esa porción de su realidad en la que fija la atención se magnifica y, de una u otra manera, comienza a cambiar sus circunstancias. Solo que quizá no se ha dado cuenta de que lo sabe.

Ejemplo: cree usted que “la vida es injusta y nos patea”, cosa que no pocas personas piensan. Esta creencia se manifiesta en diversas versiones a lo largo de su día entre los cerca de 54 mil pensamientos que no se da cuenta que tiene, que constituyen 90% de los que transcurren por su mente en 24 horas y que son, horror, los que en realidad controlan su vida.

Como ya estará suponiendo, la mayoría de esos pensamientos no son suyos, fueron “insertados” en su mente por sus progenitores, la sociedad, los amigos e incluso extraños que un día, en un encuentro fortuito, dijeron o hicieron algo que lo(a) marcó para siempre. Pocos de ellos fueron impresos en su psique por usted, pero a través de sus emociones, no de una intención determinada de pensar de tal o cual manera.

Esta atención “oculta” a una o varias creencias atrae todos esos sucesos perturbadores que son “inexplicables”, pues necesita corroborar la “realidad” de que “la vida es dura y nos patea”.

¿Por qué me pasan estas cosas a mí? es la pregunta clave, la que revela que estamos “cocinando”, sin darnos cuenta, circunstancias que conscientemente no queremos para nuestras vidas.

Este es el proceso: hay un observador en constante actividad en nuestra mente, poniendo siempre atención en algo, cuando sobreviene una idea que da significado a lo que se observa, comienza la etapa del creador, pues surge una intención, que puede ser ratificar lo que dicha idea, instalada quizá milenariamente en nuestra mente, nos dice acerca de lo observado, si es que el “hacedor” está controlado por nuestro 90% inconsciente, o cambiarlo, no importa contra cuántas creencias arraigadas vaya esta determinación, si nuestro ahora “artista de la vida” está manejado por 10% de los pensamientos de los que sí somos conscientes.

Pero de este 10 %, nuestro libre albedrío representa apenas el uno por ciento. Es ese “sí” que le damos al cambio, o ese no a partir del cual nos resistimos y nos cerramos a otras opciones.

Ahora le revelo el “modernísimo” fundamento científico de este proceso, que ya diversas corrientes espirituales, entre ellas la budista y, por supuesto, la hermética, habían dilucidado hace miles de años:

La física cuántica ha descubierto no solo que el observador cambia la conducta de lo observado, sino que “materializa” lo observado. Una partícula, un electrón de acuerdo al experimento, solo es tal cuando es observado y, aún más increíble, cuando lo buscamos hay un punto concreto en el espacio y el tiempo en que todas las posibilidades se conjuntan para que suceda el “milagro” físico de su aparición.

Ciertamente estamos hechos a imagen y semejanza de Dios –cualquiera que sea el Dios que cada uno tenga–, pero no en nuestras pasiones y debilidades, sino en nuestro, poder, que aún no comprendemos ni asumimos y, por tanto, no nos responsabilizamos de él, por eso lo usamos para destruir.

Mente y materia, dicen los físicos cuánticos, ya no pueden considerarse de manera separada. De hecho, las teorías más avanzadas sostienen que la realidad es totalmente inmaterial.

Ahora, ¿cómo cambiarían nuestras vidas si aprendemos a observar conscientemente, desde 10%? Esto es, si aprendemos a “darnos cuenta”, lo que significa vivir en el aquí y el ahora.

Imagínese usted cuando después comencemos a trabajar como el creador, es decir, hacer con intención y concentración que todas las posibilidades confluyan en la materialización del propósito que nos hagamos. Si ya lo hacemos inconscientemente para la desgracia, por qué no conscientemente para nuestro bien.

                                                                                                                                 delasfuentesopina@gmail.com