@chimalhuacano

La distancia y la inmediatez con que se da –sin tiempo a la reflexión– facilitan el insulto y la violencia en las redes sociales.

No tener al aludido enfrente, con su capacidad de respuesta física y legal, hace más fácil las expresiones violentas y más aún si los insultos salen de una cuenta falsa, sin rostro ni responsabilidades.

Pero hay un elemento más que se suma a la ecuación y detona y eleva el nivel de violencia: el aplauso y la felicitación por parte de gente que así lo siente o que a través de bots o de sus propias cuentas aprovecha ese rencor para capitalizarlo política o económicamente.

Vivimos en México un momento en el que la polarización política ha pasado del insulto y agresión de cuenta a cuenta de alguna red social, al insulto de persona a persona en los pasillos de algún aeropuerto, hotel, avión o restaurante.

La violencia on line ha pasado a la vida concreta off line (tomando los conceptos de Carlos Vargas, autor del ensayo La vulnerabilidad en el perfil).

Insultar al “enemigo” en la calle, videograbarlo y subirlo a redes se ha convertido en un “acto heroico”, al que se suman cada vez más personas: la “legión de idiotas” (a la que se refirió Umberto Eco) que aplaude las agresiones en las redes sociales, ha empujado a otra “legión”, también de idiotas, que reclama los aplausos y likes, y que ha salido a las calles a ganárselos.

El resultado final aún no lo vemos. Hasta el momento la gente no ha pasado de acercarse y “hacer reclamos patrióticos” a quien ha identificado como enemigos, pero dado el nivel de insultos que hay en las redes, muy pronto podríamos lamentar alguna agresión que vaya más allá de las palabras.

Los mexicanos recorremos un camino desconocido que se encuentra entre la agresión virtual y la real. Las redes se han convertido en un circo romano con todo y pulgar hacia arriba, en donde miles de personas sin la menor ética, aplauden la agresión.

¿Cuál es la solución? En principio sería la reflexión, no sólo de quienes observan el problema, sino también de quienes son los protagonistas.

Tenemos varios ejemplos de cómo la “vida on line” trastoca e influye en la vida “off line”, como por ejemplo el #MeTooMéxico y el caso del músico que se suicidó. Un ejemplo reciente, cuyo final de la historia no conocemos, es el del cantante que en un avión se acercó al ex presidente Felipe Calderón, lo tocó del brazo y le expresó lo que él considera un reclamo patriótico.

Al mismo presidente López Obrador le han hecho reclamos que posteriormente se suben a redes, pero la diferencia es que éste individuo se grabó antes de ir a encarar a Calderón, en espera de recibir aplausos, reconocimiento y, tal vez, de vender más boletos para su concierto.

De un lado y del otro lado se van presentando los reclamos que poco a poco suben de tono, aplaudidos y motivados desde las redes para consumo de las mismas redes. ¿Hasta dónde llegaremos?

#A’iVieneElLobo

En una entrevista con el periódico El Mundo, en 2015, a la pregunta de qué opina sobre las noticias más vistas en los portales Web y en las redes sociales, Umberto Eco respondió: “…recuerdo ese anuncio que decía: ‘Come mierda, millones de moscas no pueden estar equivocadas’”.