El tipo de cambio es una de las variables más observadas, discutidas, comentadas, analizadas y graficadas dentro del conjunto de indicadores macroeconómicos y financieros. Desde foros con expertos y reconocidos economistas, pasando por mesas de análisis en noticiarios, programas de radio o podcasts …o hasta inclusive en el café, restaurante o bar con familiares o amigos siempre surge en algún momento el típico “¿…vieron el tipo de cambio?”, “oigan y qué onda con el dólar?”, “¿será que el peso se quedará en el nivel en el que está ahorita?”.

 

Inclusive, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) suele dedicar en sus conferencias mañaneras algunos comentarios sobre el desempeño del peso mexicano frente al dólar, sobre todo cuando busca encontrar algún argumento que respalde su toma de decisiones en materia de política económica o en relación con el Estado de Derecho, marco regulatorio/institucional o en relación con inversiones. Y no es para menos, el tipo de cambio ha sobresalido en los último dos años por mantenerse alrededor de 19.2 pesos por dólar.

 

¿Eso es bueno o malo? Si contrastamos el nivel promedio del tipo de cambio con los escenarios más fatalistas que se preveían cuando AMLO estaba por sentarse en la silla presidencial, cuando Trump amenazaba con la construcción del muro, una política migratoria menos amigable y con cancelar el T-MEC – estamos hablando de niveles del tipo de cambio que se estimaban entre los 20 y los 25 pesos por dólar para los escenarios más pesimistas – definitivamente es algo muy bueno.

 

Por otro lado, si observamos que la moneda inició el 2019 cotizándose en casi 19.7 pesos por dólar, alcanzó máximos de 20.2, mínimos de 18.5 y que este 26 de febrero cerró en 19.3, su comportamiento también ha sido bueno. Por si fuera poco, si comparamos su comportamiento en relación con otras monedas de economías emergentes y con las principales monedas del mundo como son el dólar estadounidense, el euro, el yen japonés o la libra esterlina, se mantiene la misma conclusión.

 

Para darnos una idea, del 31 de diciembre de 2018 al 24 de febrero 2020, el peso mexicano ha ganado 3.0% frente al dólar, el mejor desempeño dentro de la canasta de las principales monedas del planeta. Por ejemplo, el dólar canadiense se fortaleció 2.6% en ese mismo periodo y la libra esterlina 1.3%, mientras que el yen japonés perdió valor frente a la divisa norteamericana en 0.9% y el euro se depreció 5.3%.

 

Ahora bien, dentro del conjunto de monedas emergentes, para ese mismo periodo, la apreciación del peso frente al dólar de 3.0% es la cuarta más grande, encabezando el ranking el rublo ruso con 8.8% de fortalecimiento. Por su parte, monedas latinoamericanas como el real brasileño y peso chileno se han depreciado de manera importante, en 11.7% y 14.1%, respectivamente.

 

¿Y cómo ha sido el comportamiento del peso en el último año? Haciendo el mismo ejercicio, pero calculando la variación del tipo de cambio del 31 de diciembre de 2019 al 24 de febrero de 2020, nuestra moneda ha perdido 0.7% frente al dólar, la menor depreciación en el conjunto de las principales monedas y mantiene también la cuarta posición en la canasta de monedas emergentes. Esto nos permite concluir que, en general, el peso mexicano ha sido una de las monedas ganadoras en los últimos años.

 

¿Pero qué hay detrás de los movimientos del tipo de cambio? En general, podemos caracterizar al comportamiento de una moneda en dos periodos de tiempo: el corto plazo y el largo plazo.

 

En el corto plazo son los movimientos especulativos en los mercados financieros los que más influyen sobre la cotización de la moneda. Este tipo de movimientos son motivados por la coyuntura externa e interna. Por el tamaño e influencia de países como Estados Unidos, Zona Euro o China, la publicación de sus indicadores económicos suele tener impacto en la cotización de la moneda. En contraste, la coyuntura interna suele tener menos peso, pero siempre dependerá de la magnitud de alguna noticia o evento económico. Por ejemplo, comunicados de decisión de política monetaria del banco central cuya toma de decisión no estaba previamente anticipada por los mercados, la publicación de los pre-criterios generales de política económica y el presupuesto de la Secretaría de Hacienda con pronósticos que sorprendan a las expectativas del consenso de analistas o de los mercados.

 

En cambio, en el largo plazo son los fundamentales macroeconómicos de un país los que le dan direccionalidad al tipo de cambio. Estos son más difíciles de observar. Para darnos una idea, en 2012 el peso mexicano cotizaba alrededor de niveles de 11.5 pesos por dólar. Ocho años después, nuestra moneda cotiza en niveles cercanos a 19.3 pesos por dólar. En ese ínter, nuestros fundamentales macroeconómicos han cambiado: la tasa de interés objetivo pasó de 3.0% a 7.0% y con ello la curva de rendimientos de México ha cambiado de nivel, el riesgo país también ha sufrido transformaciones y la economía ha venido ajustando sus niveles de cuenta corriente con la finalidad de garantizar estabilidad macroeconómica, utilizando nuestra moneda como un amortiguador de choques externos e internos.

 

Dicho todo esto, resulta complicado concluir que la razón por la que el tipo de cambio esté sobresaliendo por su buen comportamiento sea resultado de las decisiones y estrategias del gobierno de la Cuarta Transformación.

 

  • ¿Qué eventos en el corto plazo han contribuido a que el peso mexicano se haya apreciado estos dos últimos años?

 

  1. Ratificación del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)
  2. Una mejoría en la posición de México como socio comercial relevante de los Estados Unidos, cortesía de la guerra comercial que Trump le declaró a China
  3. Superávit fiscal primario de 1.1% del PIB en 2019 (punto para la Secretaría de Hacienda)
  4. Señales claras de autonomía del Banco de México que ha ajustado la tasa de interés objetivo correctamente para que la inflación se mantenga cercana a su objetivo puntual de 3.0% anual
  5. Niveles de tasas de interés atractivos para el influjo de capitales en los mercados financieros globales
  6. Que la calificación crediticia de México continúe con su grado de inversión
  • ¿Qué eventos en el corto plazo han contribuido a que el peso mexicano no se haya podido fortalecer más estos dos últimos años?
  1. La cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México
  2. Postergación y modificación de reglas del juego para las subastas de la Reforma Energética
  3. Incertidumbre global por las tensiones comerciales en el mundo, sobre todo entre Estados Unidos y China
  4. Tensiones geopolíticas impactando en los mercados de capitales, dejando plazas emergentes y colocándose en puertos seguros (economías desarrolladas)
  5. Pérdida de dinamismo del crecimiento económico global
  6. Mayores riesgos potenciales de una pandemia por el Coronavirus – Este último factor ha generado que el peso mexicano pasara de niveles promedio de 18.6 a 19.2 en la penúltima semana de febrero

 

Para muchos que se preguntan ¿cómo es posible que con los malos datos de la economía el peso mexicano siga comportándose bien? – Es importante comentarles que este tipo de factores obedecen más al largo plazo.

 

La debilidad económica, reflejada en una contracción de la inversión física, menor dinamismo del consumo, una política fiscal contraccionista y desaceleración en el ritmo de creación de empleos formales son riesgos potenciales para que el tipo de cambio tenga que ajustarse en el largo plazo al alza. En particular, Banco de México podría seguir recortando la tasa de interés objetivo ante la ausencia de presiones inflacionarias por el lado de la demanda. Como resultado, nuestro país pierde atractivo de capitales en busca de mayores rendimientos, lo que presionaría al tipo de cambio al alza.

 

Presiones al alza en el tipo de cambio pueden afectar a la inflación y esta última deteriorar más a la economía, cayendo así en un círculo vicioso que incorporarían los mercados financieros y afectarían todavía más a la moneda. De igual manera, las expectativas de un debilitamiento generalizado de la economía global contribuirían a que el mercado cambiario se ajustara hacia un peso más débil, situación que ayudaría a hacer más competitivas nuestras exportaciones para el resto del mundo.

 

Y a todo esto, ¿qué sucede con el tipo de cambio? En general, podemos decir que se ha beneficiado por un entorno favorable de tasas de interés en el corto plazo, al tiempo que el hecho de que los fundamentales macroeconómicos no estén deteriorados del todo lo colocan en el largo plazo en niveles inferiores a 19.5. En este sentido, es difícil para el peso mexicano que pueda sostenerse en niveles inferiores a 19 pesos por dólar en los próximos meses.