No era poca cosa que un coronavirus, como esa nueva sepa bautizada como Covid-19, afectara a China. Es el país más poblado del mundo y es la segunda economía más grande del planeta.

Pero es un país que para México se ve lejano, al que vemos poco familiar y con una gran distancia comercial, porque así conviene a Estados Unidos.

Además, el gobierno chino tiene la capacidad de tomar medidas radicales imposibles en otras partes del mundo. La sociedad no puede oponerse a las medidas sanitarias sin llevarse un macanazo o ser encarcelados.

Así, el Covid-19 se apreciaba como un problema serio, sí, pero de China. Controlado para el resto del mundo.

Pero este coronavirus resultó ser algo mucho más peligroso de lo que parecía. Porque si bien la tasa de mortalidad es baja, alrededor de 2% de los infectados muere, es una sepa altamente resistente al medio ambiente, con periodos de incubación prolongados, asintomático durante largo tiempo y de un contagio muy sencillo.

Cuando el concepto de epidemia giró hacia la posibilidad de una pandemia, la suerte financiera del mundo cambió.

No había dudas de los efectos económicos para China y con ellos para el mundo, pero era un efecto que se empezaba a descontar.

Pero ver cómo, literalmente, de un día para otro algún caso aislado se convierte en un problema de salud pública en países como Corea del Sur, Italia o Irán hace que se proyecten cifras escalofriantes de expansión de la enfermedad más allá de la muralla china.

Italia es una puerta abierta de Europa y Europa es parte del mundo occidental. Uno donde siempre estará disponible el uso de la fuerza, pero difícilmente es posible creer que los europeos se dejen tratar por sus policías como los ciudadanos chinos.

Las reacciones financieras de esta semana son el reflejo del temor a la enfermedad y la incertidumbre sobre cuándo se podrá controlar a través de una vacuna o una cura. Son las matemáticas de la gente que se puede llegar a infectar, y a morir, antes de que el tratamiento se invente, se compruebe y se produzca de manera masiva.

México no tiene un solo caso confirmado de la enfermedad, es cuestión de tiempo. Pero lo que sí ya es un hecho es que los mercados mexicanos se contagiaron de inmediato de esa volatilidad global.

Contra eso sí hay vacunas. No se trata de meter dólares al mercado para influir en un determinado nivel de paridad cambiaria, tampoco se puede hacer nada para apuntalar los precios del petróleo.

Pero es momento de mostrar más responsabilidad por parte del gobierno y aceptar, de entrada, que sus cálculos económicos están equivocados por el estancamiento económico. Que esa parálisis auto infringida en el crecimiento merece hacer cambios al paquete económico.

Y ahora, también, atender los efectos que puede tener en las finanzas públicas el actual momento de volatilidad que no parece estar cercano a su final.

                                                                                                                                @campossuarez