Como si todo en la vida se catalogase en escalones, nos dedicamos dos largos años a insistir que Hirving Lozano debía dejar el futbol holandés. Que le quedaba pequeño, que desperdiciaba su talento, que estaba para mucho más, que cómo esperar, que urgente escapar de Eindhoven.

El monto que finalmente pagó el Nápoles por él (el fichaje más caro en la historia de la institución), así como un inicio promisorio con goles en sus primeras intervenciones, nos dieron a entender que estábamos correctos: si alguien podía romper la última barrera europea que se ha resistido al futbolista mexicano, esa Italia jamás tomada a diferencia de España o Inglaterra, era el apodado Chucky.

Sucedió entonces un festival de lo inesperado. Primero, una crisis inimaginable en un plantel configurado para arrebatar de una buena vez el título de liga a la Juventus (no olvidemos que los napolitanos conquistaron el subcampeonato en las dos temporadas anteriores). Segundo, que el director técnico que lucía más firme en toda la Serie A, ese Carlo Ancelotti que apostó a nombre propio por el mexicano, resultara destituido. Y tercero, que su sucesor, Gennaro Gattuso, no confiara ni un ápice en Lozano.

Así que el mundialista tricolor vive el peor momento posible en su carrera. Consciente de que no sólo no cuenta para su entrenador, sino que casi con toda probabilidad no contará. Relegado primero a la banca y ahora, cuando el Napoli se juega su cotejo más importante del año en plena Champions contra el Barcelona, ni siquiera convocado.

Parte de jugar en la élite. O, por utilizar la palabra más adecuada, parte de aspirar a jugar en la élite. Que cada plantel dispone de no menos de seis estelares por línea, lo que eleva la competitividad y perspectiva de que el entrenador prefiera las condiciones de un elemento por encima de otro.

Es tiempo de conocer una cara diferente de Chucky, de verlo capaz de remar contra la más severa corriente, de que la ira por no ser utilizado se convierta en combustible para trabajar y desengañar a su entrenador. Porque lo sencillo hoy es bajar la cabeza, culpar al destino, añorar a Ancelotti y dar por perdida la parte fundamental de la campaña. Para un muchacho que desde el comienzo de la adolescencia ha ido superando todas sus metas año con año, es novedad este inmenso bache. De él depende la forma de salir, si con mayor fuerza o con menor resistencia.

En cuanto a Gattuso, es su derecho, que para eso se le ha contratado. Tema diferente ha sido el recurrir a declaraciones innecesarias en un líder como en la que aseveraba que ya no irá a México porque dejó de ser bienvenido.

Lozano experimentará por primera vez desde la tribuna un día medular para su club. Antes de ceder a la tentación de pensar en salir, tiene que estar pensando en cómo demonios demostrar que puede quedarse.

Twitter/albertolati

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