Con recursos propios y desde 2016 la ingeniera astrofísica María Salguero ha venido ilustrando el mapa de los feminicidios con puntos de colores. El mapa se puede consultar en https://feminicidiosmx.crowdmap.com y crece día a día.

Se trata de un esfuerzo que servirá de memoria, pero también de mapa estratégico de zonas e intensidades porque caracteriza el tipo de delito y las edades de las asesinadas.

Hasta ahora lleva contabilizados más de 2 mil casos de mujeres asesinadas con violencia. El mapa les recuerda a las autoridades que están asesinando mujeres como actos de superioridad de género y nadie está aplicando las leyes.

En el contexto de la geografía de los feminicidios se deben ubicar la movilización política y social, a veces con circunstancias de protestas violentas, de colectivos feministas que no encuentran respuesta a sus demandas.

Ya se anunció un paro femenino y más protestas el 9 de marzo, dentro de un escenario de protesta mundial contra la violencia femenina. Hasta ahora, los Gobiernos federal y estatales no tienen capacidad de asimilación de la violencia contra las mujeres, a pesar de que existe una ley que obliga no sólo a registros, sino a promover programas estratégicos.

La información oficial registra una tendencia creciente de los feminicidios o asesinatos de mujeres por su condición de género –es decir: crímenes de odio–: se ha pasado de 411 feminicidios en 2015 a 976 en 2019, un aumento de 137.5%. Aquí el problema no radica en explicar los casos por razones de neoliberalismo, sino que se deben destacar los casos criminales, falta de investigación y sobre todo la no aplicación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de violencia, donde se establece la coordinación de estrategias y políticas en la Secretaría de Gobernación, hoy al mando de una mujer, la ministra jubilada Olga Sánchez Cordero.

Este es justamente el problema de los feminicidios: tener leyes claras y de vanguardia, pero carecer de voluntad política de los responsables de aplicarla.

 

Zona Zero

  • La afirmación presidencial de que los militares son leales hasta el grado de repudiar el golpismo no hizo sino refrendar el papel estabilizador de las fuerzas armadas. En efecto, desde la derrota del golpista Victoriano Huerta por el ejército constitucionalista, las fuerzas armadas son ejemplo de lealtad y entrega.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

 

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