El Covid-19, nueva cepa de un coronavirus que ha cobrado la vida de más de 2 mil personas en el mundo e infectado a 75 mil en casi 30 países, pudo detonarse en China por el consumo de animales como el murciélago o el pangolín, muy codiciado por sus escamas (aunque no lo han demostrado los científicos), y aún así, no se prevé un descenso en el consumo de animales exóticos e incluso prohibidos en Asia.

Durante las últimas semanas, la Policía china ha allanado casas, restaurantes y mercados informales en todo el país, arrestando a casi 700 personas por violar la prohibición temporal de capturar, vender o comer animales salvajes.

La magnitud de la ofensiva, en la que se han recuperado casi 40 mil animales, incluidas ardillas, comadrejas y jabalíes, sugiere que el gusto de China por comer fauna silvestre y usar sus partes con fines medicinales no se irá de la noche a la mañana, pese a sus consecuencias.

Los comerciantes que venden de forma legal carne de burro, perro, venado o cocodrilo planean volver al negocio en cuanto abran los mercados.

“A la gente le gusta comprar animales salvajes para comer o regalar porque te da prestigio”, comentó Gong Jian, quien dirige una tienda de vida silvestre por Internet y opera locales en la región autónoma de Mongolia Interior.

Comentó que almacena carne de cocodrilo y ciervo, pero tendrá que matar a las codornices que crió. Los supermercados ya no compran sus huevos y no se comen después de congelarlos.

Las primeras infecciones fueron halladas en personas que estuvieron expuestas al mercado de mariscos de Wuhan, donde se vendían murciélagos, serpientes y civetas. China clausuró temporalmente todos los sitios en enero, advirtiendo que comer animales salvajes representaba una amenaza para la salud.

No obstante, esto puede no ser suficiente para cambiar gustos o actitudes profundamente arraigados en la cultura y la historia del país.

Con esto revivió el debate sobre el uso de la vida silvestre para la alimentación y la medicina.

Académicos, ambientalistas y ciudadanos chinos se han unido a grupos conservacionistas internacionales para pedir una prohibición permanente del comercio silvestre y el cierre de mercados donde se venden animales salvajes.

Sin embargo, a una minoría de chinos todavía le gusta comer animales salvajes, con la creencia de que es saludable, lo que crea la demanda que sustenta mercados como el de Wuhan y un próspero negocio de ventas por Internet, en su mayoría ilegal.

Pese a todo, la cría y comercio de animales salvajes en China cuenta con el apoyo del Gobierno.

Tras el brote de SARS en 2003, la Administración Nacional Forestal y de Pastos autorizó la cría y venta legal de 54 animales, como civetas, tortugas y cocodrilos, así como la cría aprobada de especies en peligro de extinción (osos, tigres, pangolines) para fines ambientales y de conservación.

Estas operaciones con permiso oficial producen más de 20 mil millones de dólares en ingresos anuales.
La máxima legislatura de China endurecerá las leyes sobre tráfico de vida silvestre este año.

CIFRAS

75, 291
casos confirmados en todo el mundo

2, 120
muertes en 26 países y regiones

14, 452
personas se han recuperado por completo

Infografía: Xavier Rodríguez

LEG