Antes del papel criticado de medios de comunicación ante el caso Ingrid por la difusión de imágenes filtradas por autoridades capitalinas de seguridad, la prensa había dado dos pasos para comprometerse a quitarse de la línea de la información como apología de la inseguridad y la violencia.

En agosto de 2008, en el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad potenciado por el asesinato de Fernando Martí, los medios firmaron los compromisos de LXXI a LXXIV para cuatro metas especificas: incrementar contenidos para prevenir y atender adicciones, incrementar contenidos que fomenten la cultura de la legalidad y la denuncia, definir estándares de cobertura temática y observación crítica del cumplimiento de los acuerdos.

Años más tarde, en marzo de 2011, los medios por sí mismos firmaron el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia para comprometerse a cuidar los contenidos y criterios editoriales, sobre todo el cuarto de los principios rectores: “la responsabilidad social de los medios sobre lo que informan”.

En síntesis, esos dos acuerdos quisieron involucrar a los medios a no privilegiar las notas de sangre ni a promover una cultura de la violencia.

Ahora, en el caso Ingrid, los medios son increpados por publicar fotos de ese feminicidio, lo que quiere decir que los propios medios que exigen a los funcionarios respetar los acuerdos están siendo exhibidos por violar sus propios compromisos.

A lo mejor alguien está pensando en un tercer documento; en realidad, no hace falta. Si se cumplieran los dos acuerdos anteriores y los medios se salieran de la difusión de la violencia como política editorial para vender informaciones, la cultura de la violencia tendría menos espacios para promoverse. Al final de cuentas, la información, mala o buena, construye nuevos consensos sociales y los delincuentes aparecen como contrahéroes sociales.

Ahí está el caso de El Chapo en el que dos actores –Kate del Castillo y Sean Penn– casi lo convierten en estrella de cine.

Zona Zero

  • El nuevo embajador estadounidense en México, Christopher Landau, ha comenzado a meterse de lleno en las estrategias mexicanas de seguridad y pacta acuerdos con el Consejo Coordinador empresarial, aunque algunas de las decisiones contradigan la estrategia de seguridad oficial.

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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