Utilizamos las palabras retroceso o avance –en su momento cuando Carlos Vela emigró a Los Ángeles, o recientemente con el paso de Javier Hernández de Sevilla a Galaxy, o ahora con el fichaje de Rodolfo Pizarro por el Inter de Miami– como si la vida fuera lineal.

Otro tema es aceptar los niveles de los distintos futboles y el derecho de cada jugador a definir prioridades, motivaciones, destinos. No creo que la población de Costa de Marfil se haya indignado cuando Didier Drogba aceptó integrarse a un club chino, o la de Brasil cuando el delantero Hulk continuó su carrera en Rusia, o la de tantos otros países al enterarse de que alguno de sus cracks (en formación o ya consolidado) se decantó por una liga de menor reputación.

A diferencia de Vela, Chicharito, incluso Gio Dos Santos o Héctor Moreno, todos ellos ya saciados de Europa tras haber iniciado ese camino muy jóvenes, Pizarro entrará a su plenitud futbolística sin haber militado en equipos de los principales torneos del planeta. A eso se añade que, pese a debutar en el Tri con 19 años, aún no ha sido mundialista. Por otro lado, en la Liga Mx ha sido campeón y pilar con los tres uniformes que ha vestido, sugiriendo que acaso era secuela necesaria observarlo en una gran liga del viejo continente. Mera sugerencia, mero acaso, mero afán de probar hasta dónde alcanzaba su talento.

Considerando lo que el Miami ha pagado por él, supera ya en tres transferencias los 50 millones de dólares, resumen perfecto de su consistencia y capacidad. Ya después no irá hacia atrás o hacia delante: irá hacia donde, de entre las opciones que le surjan, decida ir.

Dicho lo cual, me cuesta comprender que de Florida tienda a saltar con mayor facilidad a España o Inglaterra, por mucho que David Beckham sea accionista importante de ese proyecto. Y no por la cantidad de personajes influyentes que estén pendientes de la MLS, sino porque si el Inter de Miami está pagando tamaña cláusula de rescisión es bajo la premisa de que le sacará tanto futbolística como mediáticamente (algo difícil en poco tiempo) y porque no es sencillo que un cuadro europeo ofrezca más de 20 millones de dólares por alguien de 27 años no rodado más que en Norteamérica.

Pizarro ha tomado las riendas de su carrera y vida, de sus sueños y ambiciones, tal como tiene que ser. Si su determinación es galopar hacia algo que luce más cómodo que desafiante, muy su asunto. No por ello habrá ido en reversa o descenso.

Twitter/albertolati

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