No dejen de atender la lista de los empresarios presentes en la cena convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde fueron “invitados” a comprar boletos del sorteo, que se le ocurrió al jefe del Ejecutivo para zafarse de la pifia de querer rifar el avión presidencial.

La advertencia de López Obrador era que los cien empresarios deberían adquirir, distribuir o comprar cuatro millones de boletos de su sorteo para saber “quién es quién”. Eso que suena a amenaza hará que muchos de los empleados de esos cien empresarios tengan que sacar de su cartera al menos 500 pesos para quedarse con un cachito para el sorteo de la ocurrencia. Seguro que los empresarios podrán traspasar el mensaje presidencial a sus empleados de que la compra del boleto es voluntaria, pero es para saber “quién es quién”.

Así, una ocurrencia, como esa de rifar el avión presidencial, termina en una imposición.

No hay mucho sensato que decir del tema del sorteo, opaca el tradicional sorteo de la Lotería Nacional. Deja fuera a millones de mexicanos que no pueden pagar 500 pesos por un boleto. Por ejemplo, mañana hay sorteo por el Día del Amor y el cachito cuesta 60 pesos por un premio de 80 millones.

Además, la Fiscalía General de la República, esa que ahora es autónoma, le hizo llegar a la 4T un cheque por dos mil millones de pesos para pagar los premios. Cuando pudieron invertirse sin más demora en medicamentos y equipos médicos.

Lo que pesa en todo esto es la incapacidad del actual Gobierno para rectificar cuando se equivoca, desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco hasta esta barbaridad del avión. La ausencia del valor de corregir un error se esconde detrás de esos intentos de tapar las fallas con muestras de autoritarismo.

Pesa y mucho que el Presidente quiera saber quién es quién entre los empresarios. Y no por obligarlos al traspaso de dos mil millones de pesos por la compra de cuatro millones de cachitos, sino por esa evidente cohesión.

Lo mismo pasó con el tema de los días festivos y los días de asueto. Eliminar los fines de semana largos causará un daño adicional a los prestadores de servicios turísticos. Pero como dice el secretario de Turismo, Miguel Torruco, principal impulsor de los puentes largos hasta que su jefe dijo lo contario, los empresarios no están molestos por esta decisión.

Y no es que no les importe a los turisteros perder los once mil millones de pesos en derrama económica que dejaron los puentes largos en 2019, más bien saben que la 4T está muy atenta a ver quién es quién.

El sector empresarial lanza un decálogo al que llaman Dimensión Social de las Empresas para empatar con la visión presidencial sobre el sector privado y de esa manera tratar de alejarse del estigma que han generado, sobre todo los grupos de izquierda, de los hombres de negocios como bandidos. Todo para quedar del lado correcto de las percepciones de quien hoy está buscando quién es quién.

                                                                                                                                 @campossuarez